Ahora que todo mundo “secuestra” las fiestas para hacerlas eventos comerciales, podemos preguntarnos si realmente vale la pena el “entusiasmo” de pasar estas fechas decembrinas en familia.
Mi respuesta es negativa ¿para qué hacerlo?, ¿no podremos hacer otras cosas más importantes que el intentar reunir a una serie de personas que ya conocemos, que hemos vivido con ellas toda nuestra vida, a remover los rencores y enojos de reuniones pasadas?
No creo que ese entusiasmo que embarga a los niños, sea el
mismo que el de los jóvenes y mucho menos de los “gastados” padres de familia.
Es más, creo que podría ser más inteligente dejar de gastar en eventos inútiles
que nada dejan de positivo, más que el mal sabor de boca de un tiempo, dinero y
esfuerzo gastado inútilmente.
Para aquellos que no están interesados en celebrar la
Navidad, les pasarán éstas y otras ideas semejantes por su cabeza, a final de
cuentas buscarán “pasarla lo mejor que puedan” sino es que antes caen en una
“depresión navideña” porque no logran entender ese ambiente festivo que surge
en las fechas por venir.
Hace algunos años, una alumna muy estimada, me propuso que
debería de existir un documento que hablara de la “riqueza de la Navidad”, para
lo cual estaría dispuesta a dedicarle tiempo y un buen esfuerzo para
realizarlo. Pasaron los meses y se presentó en mi despacho para enseñarme la
publicación.
El libro se llama “Adviento y Navidad en Familia”
Tradiciones y costumbres. Por Josefina Ituarte de Pérez Rocha. El Arca
Ediciones, distribuido por www.Bookce.com -México –
“ La tradición Navideña,
es algo vivo, cultural y evangelizador, que debiera involucrar a cada persona,
familia y comunidad, con el amor y la esperanza que nos vino a comunicar el
Dios nacido hace 2000 años.
“Este libro ofrece
sugerencias, para dar sentido cristiano a la Navidad, las cuales podrás adoptar
y/o enriquecer con tu creatividad, según lo requiera tu ambiente familiar.”
Personalmente soy un “quijote de la Navidad”, que la ha
pasado muy bien en esas fechas, por un simple hecho, es una excelente
oportunidad de “darse”, “regalarse”, “donarse”, “preocuparse”, “re-encontrarse”
y porque no, “perdonarse” en familia.
Las lecciones de vida que mediante estas fechas pueden
dejar una profunda huella en nuestros hijos, cónyuges, hermanos, padres,
parientes y amigos, son incalculables. Tienen esa fuerza que sólo una
conmemoración de esta naturaleza encierra en sí. Porque no es cualquier
conmemoración, como pretenden algunos, sino por la profundidad que sabemos, por
la Fe y el testimonio de las Sagradas Escrituras, de que Dios nace y está entre
nosotros.
Si por ciertas fiestas
nacionales, hacemos y deshacemos grandes alborotos, ¿Por qué esa falta de
entusiasmo para celebrar en familia la Navidad?, seguramente es porque no
conocemos lo que celebramos, damos por hecho una vez más que sabemos, lo que en
realidad ignoramos.
Si no tienes tiempo o medios, te sugiero que le des una
revisada al libro que cité anteriormente, ahí encontrarás una puerta de entrada
al mundo mágico de la Navidad, más allá de lo que todo mundo cree que es la Navidad
– fiesta, regalo y buen comer -.
Preparar la Navidad, es mucho más que eso, ¡entérate! Por qué
y para qué vivimos la preparación de la Navidad, el por qué de las Posadas, a
qué se debe que se instale el nacimiento, los villancicos y un gran etcétera.
Por otra parte estaremos en el maremagnun de la
“comercialización” de aparatos electrónicos, de muñecos anglosajones, de
arbolitos de Navidad, de esferas multicolores, en definitiva de una gran
“Distracción” de lo esencial de la fiesta del Nacimiento del Niño Dios.
Te sugiero querido lector(a) lo que NUNCA te dirán los anuncios de TV, Internet, Facebook o Twitter, que a partir de ahora, planees tu fiesta en familia, no lo dejes para el final. Ubica con especial cuidado al CELEBRADO y a los celebrantes cercanos. Procura sacarle el verdadero provecho de un tiempo de reflexión personal y familiar. Los demás serán importantes en la medida que emanen de las reflexiones personales y familiares un verdadero sentido de lo que es la Navidad.
Por último, siempre recuerdo un gran principio de la vida
familiar: “El que No participa No se integra”, involucra a todos en la
preparación y disfruta de esta gran fiesta.
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