Después de la homilía, recitamos el Credo, que es nuestra fe
pronunciada en unas pocas palabras. Las palabras del Credo son precisas, con
claridad que semeja una talla diamantina.
Es el dogma de nuestra fe, aquí proclamamos doctrinas por las
que muchos cristianos han sufrido, durante dos mil años, prisión y muerte.
El Papa Benedicto XVI ha señalado la conexión entre Evangelio y
Credo: “El dogma es la definición de la Escritura, forjada en la fe de siglos”.
El Credo es la fe de nuestros padres, que se ha preservado por
los siglos. Cuando recitamos el Credo los domingos, aceptamos públicamente como
verdad objetiva, esta fe basada en las Escrituras.
El Credo nos da la posibilidad para entrar en el ministerio
intercesor de los santos. Editado de La Cena del
Cordero de Scott Hahn 03/2012.
“Creo en Un solo Dios Padre creador de todo y de
todos……..Creo en Jesucristo Hijo único de Dios, que ha existido desde la
eternidad, que es de la misma naturaleza del Padre, que es Dios como el Padre,
que por obra del Espíritu Santo se encarno de la Virgen María, que
nació en tiempo de Poncio Pilatos (un tiempo especifico en la historia),
padeció, fue crucificado, muerto y sepultado, bajo a los
infiernos y al tercer día resucito de entre los muertos y subió al
Cielo y esta sentado a la derecha del Padre, que vendrá a juzgar a
vivos y muertos y su Reino será eterno…. Creo en el Espíritu Santo
dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que es Dios, y que es el que
derrama los dones entre los hombres ….Creo en la Santa Iglesia Católica……
Creo que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados…….. Creo que
resucitaremos que seremos juzgados y habrá una vida eterna”
….Esta es MI
FE, pero cuando lo digo de memoria, como niña repitiendo la lección,
¿reflexiono realmente en lo que estoy proclamando? ¿realmente lo creo?......
“Señor, creo, pero, por favor, aumenta mi fe; esta nunca será suficiente para llenar mi alma hambrienta de Ti; mi pequeño amor, nunca será suficiente para corresponder el infinito amor que Tu me tienes; mis humildes oraciones, nunca serán suficientes para alabarte, bendecirte, glorificarte y darte gracias, por todo lo que soy y todo lo que tengo….”.
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