Para seguir a Jesús debemos despojarnos de la cultura del bienestar y
de la fascinación de lo provisional. Las riquezas son un obstáculo que
“no hace fácil el camino hacia el Reino de Dios.
Cada uno de nosotros tiene sus
propias ‘riquezas’ de las que no queremos deshacernos”.
Siempre existe una riqueza que nos “impide acercarnos a Jesús”.
Todos tenemos que hacer un examen de consciencia sobre cuáles son nuestras riquezas
a las que nos aferramos y nos impiden acercarnos a Jesús en el camino de
la vida. Nos vamos a referir a dos tipos de riquezas, producto de
la vida moderna.
Ante todo la cultura del bienestar, que nos hace poco valientes, nos
hace perezosos, nos hace también egoístas. El bienestar, nos adormece, es una
anestesia.
Existe otra riqueza en nuestra cultura, es la fascinación de lo
provisional. Estamos enamorados de lo provisional, todo es pasajero, todo es, úsese
y tírese. Las propuestas definitivas, que nos hace Jesús “no nos
gustan”. En cambio nos gusta lo pasajero, porque tenemos miedo del tiempo
de Dios, que es definitivo.
Los dos elementos que hemos señalado son aparentes, pero no por ello
dejan de tener una gran fuerza en nuestra vida: bienestar y libertad. Son
aparentes, porque en el fondo, el bienestar que tanto ansiamos no nos da la
felicidad, más bien produce desesperación.
La libertad, que tanto deseamos
conservar, tampoco nos da la felicidad. Más bien nos esclaviza haciéndonos
incapaces de comprometernos para siempre, de hacer un compromiso de por vida.
La sociedad occidental está basada en estas dos riquezas.
El marketing
nos vende productos a través de estas dos grandes mentiras y nosotros no
dejamos de comprar esperando que alguna de estas compras, nos cambie la vida.
La vida no la transforma nada que se compre. La vida se transforma en el
momento de nos comprometemos y además, a hacerlo sin temor de “perder” el
bienestar que teníamos. Editado de la homilía del
Papa Francisco, 27/05/2013.
“Señor, tu nos dijiste: donde esta tu tesoro, esta tu corazón; Jesús,
yo quiero que mi corazón este en Ti y solo en Ti, ayúdame a no tener apego por
las cosas materiales, que al final de cuentas, solo son satisfactores de
necesidades temporales. Quiero amarte y entregar a Ti, todos los momentos de mi
vida, que todos los momentos de mis días, haga lo que haga, este contigo y Tu
en mi, todo lo demás es pasajero….”.
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