Haciendo alusión
al venerado deporte por la nación brasileña: el futbol soccer, les preguntó:
“Que hace un
jugador cuando se le llama para formar parte de un equipo? Debe entrenarse y
entrenarse mucho.”
Y prosigue dándoles
algunas formas de entrenamiento, para afrontar sin miedo las situaciones de la
vida:
“A través del
dialogo con El: la oración, que es el coloquio cotidiano con Dios, que siempre
nos escucha. A través de los sacramentos, que hacen crecer en nosotros su
presencia.”
“A través del
amor fraterno, del saber escuchar, comprender, perdonar, acoger, ayudar a los
otros, a todos, sin excluir, ni marginar.”
“Queridos jóvenes,
sean auténticos atletas de Cristo”
Y agregó: “Cuando
se suda la camiseta , tratando de vivir como cristianos, experimentamos algo grande:
nunca estamos solos, formamos parte de una familia de hermanos que recorren el
mismo camino, somos parte de la Iglesia.”
Palabras
que entran al corazón joven, y al no tan joven, y que piden una postura activa
de ambos para la construcción de la Iglesia. Esa que Dios pidió a Francisco de Asís
reconstruir, y a la que hicieron alusión los mismos jóvenes en la vigilia de oración,
al representar una iglesia en construcción en el atrio de la celebración. Una Iglesia
de madera que llenaron de jóvenes.
Así la pide
el Papa: “que no sea como una pequeña capilla donde solo cabe un grupito de
personas. Nos pide (Jesús) que su Iglesia sea tan grande que pueda alojar a
toda la humanidad.”
En este
tono les dejo el mensaje de envío, para que los más de dos millones de jóvenes que
asistieron a esta Jornada de la Juventud lleven una semilla de esperanza a sus hogares
y comunidades, con la seguridad de que hay muchos de ellos en el mundo tratando
de construir un mundo mejor.
Por Ana
Elena Barroso
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