Pero esta
Jornada ha experimentado un giro. El Papa le ha impreso su sello propio y
personal : ya no se trata de los jóvenes solamente, se trata de los que
rodeamos a los jóvenes. Como bien dice el mismo Francisco en su discurso
inaugural de la Jornada Mundial de la Juventud: “La juventud es el ventanal por
el que entra el futuro en el mundo y, por tanto, nos impone grandes retos.”
El Papa
esta convirtiendo esta Jornada, además de un acercamiento a los jóvenes, en un
llamado a todos aquellos que tienen que ver con estos jóvenes: familia,
escuela, estado, y la misma Iglesia para preguntarles y reflexionar : “Nuestra
generación se mostrara a la altura de la promesa que hay en cada joven, cuando
sepa ofrecerle espacio.”
Menciona
como se conforma este espacio con “condiciones materiales y espirituales para
su pleno desarrollo” con seguridad y educación. Le preocupan los jóvenes , pero
más la falta de estas condiciones, pero no solo físicamente y emocionalmente,
sino en su búsqueda de felicidad verdadera.
Por eso,
con su personalidad directa , se adentra más profundo ,al compartir lo que el ve
que necesitan en su alma y su corazón, aquellos que tantas estructuras e
instituciones juveniles olvidan al atenderlos y hacer políticas públicas. El
Papa va al centro del asunto, parece intuir que los jóvenes no son puras
hormonas ,sexo o materialismo, sino que es necesario ofrecerles “ valores
duraderos por los que valga la pena vivir” y que cada joven necesita un “horizonte
trascendente que responda a su sed de felicidad, suscitando en el la
creatividad del bien, para que sea protagonista de su propio porvenir y
corresponsable del destino de todos”.
Tanta es su
intención de mandar un mensaje de inclusión de los jóvenes ,como parte esencial
de la comunidad y que ellos sienten esa corresponsabilidad de cada una de las
suyas, que ha invitado a personas de la tercera edad u discapacitados a asistir
a la Jornada, para que estén junto a los jóvenes.
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