En
pleno siglo XXI, en la llamada “sociedad del conocimiento” en la que cada vez más impera el uso de las TIC
(tecnologías de la información y la comunicación) nos queda poco tiempo para el
ocio, los pasatiempos o la contemplación. Sin embargo, aún se puede conocer
cómo viven algunos sectores de la población si se toman unos minutos para
quitar la vista del teléfono móvil y mirar alrededor.
Por
ejemplo si uno aguza los sentidos en parques, cines, restaurantes, diversos
lugares de recreo y por supuesto, en bodas, bautizos y otras fiestas,puede
descubrir a un personaje que cada día se ve con más frecuencia:
Sí,
una enfermera con su respectivo e impecable uniforme blanco, cargando una
pañalera y haciéndose cargo de uno o varios niños, que evidentemente no son
suyos, pues no tendría esa cara de fastidio que por lo regular acompaña su
semblante.
Si
se observa con atención, en ocasiones es posible descubrir en las cercanías a
la madre biológica del o los niños, fumando un cigarro, platicando animadamente
con las amigas o concentrada en su teléfono celular de última generación a
través del cual consulta su correo electrónico, “twittea”, “chatea” o “sube”
comentarios a su “muro” del “Face”…
Si
uno de sus hijos se le acerca con alguna demanda como por ejemplo “mamá, tengo
sed” (o hambre, me duele la panza, juega conmigo mami, etc.), la madre, sin
voltear siquiera a ver a su hijo, alza la vista buscando a la “nana-enfermera”
y se le escucha decir, o gritar, algo así como: “Juanita, porfis ¿le das agua
al niño?” o “Juanita, saca al niño a jugar al jardín, ¿sí?”. Si el niño insiste
en querer tener la atención de su mamá, ésta dirá algo como: “papito, ve con
Juanita ¿sí?”, “ándale corazón, Juanita te va a llevar a jugar”… para
inmediatamente continuar platicando con sus amigas de temas que les interesan.
Surge
entonces la pregunta: ¿Por qué con cierta frecuencia algunas madres no se hacen cargo de atender
personalmente a sus hijos?
No
nos referimos en este caso, a la madre que, por razones de peso, necesita
trabajar para apoyar en el sustento de la familia.
Nos
referimos a aquellas mamás que, por exceso de “comodidad”, compromisos
sociales, viajes, o lo que fuera, recurren a este tipo de ayuda. Mamás que,
obviamente, pueden sostener el costo que significa pagar los honorarios de una
licenciada en enfermería titulada, que sabrá bañar al bebé, tomarle el pulso y
cambiarle el pañal como sólo una enfermera lo puede hacer: de manera
profesional.
Si
lo que se busca es brindar a los niños un cuidado experto, sería necesario buscar también una profesional para
cubrir las necesidades emocionales de los niños, quizá una “nana-psicóloga” que
sepa escuchar al niño, animarlo si se siente triste, alentarle sus esfuerzos,
aplaudirle sus logros… o una “nana-pedagoga” que le lleve la manita para que
aprenda a escribir, le lea un cuento y, por supuesto, lo ayude con la tarea.
Sí,
profesionales en sus respectivas áreas que lo hagan todo, valga la redundancia,
de manera profesional.
Pero,
pensando en el peligro de llegar a un exceso, habrá que preguntarse si acaso la “nana-pedagoga” se conmoverá cuando
el niño deletree por primera vez “mamá” o cuando escriba con mucho esfuerzo su
nombre; y si la nana-psicóloga aplaudirá
emocionada cuando el niño meta un gol,
si le dirá cuánto lo ama -para contribuir a la construcción de su
autoestima- o si le pondrá límites para que el niño aprenda a respetar a los
demás.
Y
la “nana-enfermera”: ¿rezará con el niño
todas las noches al Ángel de la Guarda?
Si
lo que se pretende es profesionalizar la atención y el cuidado de los niños, habrá
que buscar con mucha diligencia a una mujer que pueda hacer el trabajo que las
profesionales anteriormente mencionadas hacen, pero que cuente además con un
“plus”: el del amor y la entrega incondicionales. ¿Dónde se podrá encontrar a
esta profesional?
No
es tan difícil, la tarea de ser madre, amar y atender a los niños, reforzar su
autoimagen, cuidarlos cuando están enfermos, consolarlos, amarlos
incondicionalmente, solamente la puede realizar de manera excelente:
LA VERDADERA MADRE
María
de Lourdes Merlín Delgado
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