
A
partir de ahí, percibiremos la realidad con la fe y no con los sentidos, ¿y que
es lo que vemos y oímos?... ¡vemos el cielo! nos damos cuenta de
que a todo nuestro alrededor están los ángeles, los arcángeles y los santos
ante el trono celestial;

“Señor
me siento anonadada ante estas realidades que han sucedido ante mi sin que me
percatara del todo ¿pensar que he estado ante tu trono celestial rodeada
de tu corte, en cada misa a la que he asistido, cuando entonaba el Santo? al
tener esta reflexión me he quedado con la mente en blanco, he sentido mi
pequeñez y mi único deseo ha sido refugiarme en tus brazos amorosos para que tu
me calmes y me devuelvas la confianza de que aun me amas aunque yo te haya
fallado tanto….Bajo tu amparo me acojo Santa Madre de Jesús…”
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