Mis amigas las aplicadas!


 
 

 

Seguro que lo primero que se les vino a la mente fue un colegio, niños y nerds, ¿verdad que sí?
Pues yo no estaba pensando eso cuando hace poco observé a mis amigas trabajar tan entusiasmadas en proyectos que iniciaban y en los cuales estaban tan interesadas.
 




Las amigas aplicadas en algún momento de la vida fueron aquellas que se sacaban puros dieces en la escuela, uno tras otro y las tareas no fallaban, entregaban a tiempo su material y eran las primeras en contestar, parecía que tenían dos cabezas en lugar de una y que en lugar de divertirse, dedicaban su tiempo al estudio y al trabajo escolar. A veces eran las consentidas de los profesores porque ellas no les daban lata, pero no eran tan queridas por las demás solo por “puritita” envidia. 

 

Los años pasaron y mis amigas las aplicadas ya no eran esas que yo recordaba del colegio, el concepto cambió, hoy me relaciono con mujeres maduras, no sólo con dos, sino con 25 cabezas, porque al crecer uno tiene tantas cosas en la cabeza que necesita más de una para poder abarcar todo.

 

Las veo aplicadas al 100 por ciento en el trabajo que están desarrollando o en el área en la que se saben mover, unas son amas de casa, otras ejecutivas, unas ya abuelas y algunas más escritoras, pero todas ellas creando y siempre pensando en los demás.

 

Mis amigas las aplicadas tienen el entusiasmo suficiente para no desistir, todos los días están pensando cómo mantener sus creaciones y sus ideas, se actualizan, van, vienen, preguntan, se arriesgan y nunca de los nuncas pierden su gran inspiración que viene de Dios.
 
 
 

 

A diferencia de cuando estaban en el colegio, ellas actúan por una motivación de servicio y no por una calificación, están tan aplicadas pensando cómo cambiar al mundo, que se convierten en una motivación para los demás, y es ahí donde vi la importancia de ser aplicada.




En realidad, todas podemos ser aplicadas en cualquier cosa que hagamos, solo hace falta poner nuestro 100 por ciento. Conformaríamos una cadenita inspiradora, una cadenita que colgada de Dios nos motive a ser mejores en lo que hagamos. Motivar viene del latín “motivus“, que significa movimiento, por lo que  podría resumir estas líneas en que mis amigas, las aplicadas, mueven el mundo con su trabajo y su dedicación.

 

Yo también quiero ser aplicada, así que a dejar los panzazos y a pasar la materia de la vida con 10.
 
 
 
Por Angélica Gutiérrez
 
 

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