A más de
veinte años de la caída del Muro de Berlín, la memoria de una barrera y una
división desgarradora como medio de control, nos interpela a encontrar medios
para curar heridas históricas, que
afectan a todos de un modo u otro.
Entre estos
medios, se encuentra el de recordar las víctimas
de este monumento al horror. Muchos museos en la ciudad de Berlín lo hacen,
pero llama la atención en especial la Capilla de la Reconciliación ,que hoy se
encuentra ubicada en el corazón mismo de lo que era el muro mismo.
La iglesia
de la Reconciliación original se construyó en 1894. Después de la guerra
se fue quedando aislada dentro de
la” franja de la muerte”, a medida que el muro iba avanzando, como testigo de
las atrocidades que ahí se cometían. Finalmente se le demolió en 1985, para
dejar la franja de vigilancia funcionando.
Al caer el muro, en 1998,los parroquianos, que
había guardado las campanas originales, lograron colgarlas en un santuario
provisional en el mismo lugar en que tañían antes de la guerra, pero ahora tañerían
por lo único que traerían paz a su comunidad y al mundo: la reconciliación
En esta
capilla se celebran misas recordando a cada víctima de la “franja” en
particular, para recordar que fueron hombres y mujeres los que perdieron la
vida en ese lugar. Un modo muy humano de los católicos de acercarse a los
errores del pasado: perdonar y reconciliar .En un mundo que continúa dividido, estas dos
actitudes serán lo que logre que no se
repitan tales atrocidades en el futuro.
Por Ana
Elena Barroso
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