El cristianismo, al resaltar los valores que sustentan la ética, no impone, sino que propone la invitación de Cristo a conocer la verdad que nos hace libres.
El creyente está llamado a ofrecerla a sus contemporáneos, como lo hizo el Señor, incluso ante el sombrío presagio del rechazo y de la cruz. El encuentro personal con quien es la verdad en persona nos impulsa a compartir este tesoro con los demás, especialmente con el testimonio.
El creyente está llamado a ofrecerla a sus contemporáneos, como lo hizo el Señor, incluso ante el sombrío presagio del rechazo y de la cruz. El encuentro personal con quien es la verdad en persona nos impulsa a compartir este tesoro con los demás, especialmente con el testimonio.
No vacilemos en seguir a Jesucristo. En Él hallamos la verdad sobre Dios y sobre el hombre; Él nos ayuda a derrotar nuestros egoísmos, a salir de nuestras ambiciones y a vencer lo que nos oprime; el que obra el mal, el que comete pecado, es esclavo del pecado y nunca alcanzará la libertad. Sólo renunciando al odio y a nuestro corazón duro y ciego seremos libres, y una vida nueva brotará en nosotros.
Convencida de que Cristo es la verdadera medida del hombre, y sabiendo que en Él se encuentra la fuerza necesaria para afrontar toda prueba, deseo anunciarle a todos las personas: A Jesús como Camino, Verdad y Vida. En Él todos hallarán la plena libertad, la luz para entender con hondura la realidad y transformarla con el poder renovador del amor. De la homilía del Papa Benedicto XVI, 28/03/2012.
“En Ti, Señor, encuentro mi gozo y felicidad. Eres dulce huésped de mi alma. Estoy tan a gusto cuando experimento tu cercanía en mi oración, por ello te pido tu gracia para prepararme a vivir este momento de oración…Para nunca apartarme de Ti con fe, en la esperanza que no defrauda y en la caridad que no espera recompensa…”
Por Cuca Ruiz
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