“Casarse sale caro” hoy se considera que es mejor vivir en unión libre.


 
Hoy en día cada vez más jóvenes le huyen al matrimonio, los jóvenes no se quieren casar, no quieren establecer relaciones serias, estables y duraderas dicen: “cada persona tiene derecho a tomar sus propias decisiones en la vida, déjenme decidir mi propio destino”.
 
 

Hacen planes de vida, en los cuales casarse no es una prioridad. “Buscan ser profesional, viajar, realizarse”. Los joven tienen mayores aspiraciones laborales y profesionales, que pueden verse trabadas por las responsabilidades familiares. Tiene miedo al compromiso, a fracasar en el matrimonio, no están acostumbradas a cosas a largo plazo, a tener que solucionar problemas, y cuando los problemas surgen, rápidamente deciden terminar su relación. Otro de los temas que preocupa es el factor económico, tener que compartir su salario, amarrarse de por vida a una sola persona.
 

Cuando los padres ejercen presión hacia los hijos por el matrimonio, deben entender que se vive actualmente en una sociedad distinta. “Tienen que aprender a escucharlos, a acompañarlos para entender las razones que le motivan no querer casarse”. Ayudarlos a reflexionar sobre los beneficios que conlleva el matrimonio, pero sin presionar. En caso de que esto ocurra, la presión podría hacer que los hijos caigan en el error de casarse de manera precipitada, y esa relación podría terminar en el divorcio.

En la actualidad, hay una tendencia en las mujeres de no querer casarse. “Por su proyección de vida”, crecimiento y alcanzar metas, para muchas ya el vestido de novia no es el objetivo y la maternidad no les interesa, llenan este vacío con una mascota.
 

 
 
 

Otra de las causas de que los jóvenes opten por no casarse es la cultura de lo desechable, todo es usar y tirar, se vive rápido, el deseo por devorar cada instante, vivir intensamente sin pensar en el futuro, y esta voracidad por el placer  atenta contra la capacidad de ejercitar la voluntad. La misma rapidez influye en la decisión de postergar o no querer tener esa clase de vínculos. El placer es lo importante y cuando termina se desecha. Fue Juan Pablo II quien desarrolló una enseñanza sobre lo que significa la sexualidad humana en el plan de Dios y en la vida de los matrimonios. Se llamó «teología del cuerpo». Esa doctrina explica respecto a una vida sexual más activa y satisfactoria en el contexto matrimonial católico: en la relación marital el cónyuge católico no sólo compromete su dimensión física sino también su dimensión espiritual.
 
 

Los matrimonios católicos «practicantes» son conscientes de que la relación íntima supone una comunión más profunda que parte del deseo recíproco carnal dentro del matrimonio pero que vaya más allá de la corporalidad. El sexo pasa de ser un acto físico para convertirse en una comunión espiritual al grado de que se convierten no sólo en una carne sino también «en una sola alma»,  la sexualidad es un don de Dios que, como tal, no puede banalizarse.

Hoy los jóvenes, son una generación controladora. Quieren tener todo antes de casarse: el departamento, el auto, un buen sueldo y un titulo con maestría y hasta doctorado, creen que eso garantiza la felicidad futura. Porque todos viven bajo la presión del éxito.
Y además, los jóvenes han crecido escuchando sólo malos comentarios sobre el matrimonio. ¿Te has dado cuenta de que la gente que está felizmente casada, casi nunca lo cuenta? Hay un desencanto y, por lo mismo, existe una evitación del dolor. Sienten que la mujer se somete y que el hombre pierde su libertad, que la vida matrimonial se vuelve una rutina y pierde la chispa de la conquista, de lo casual, de lo divertido, del placer del instante.
 
 
 

Nadie les dice que cuando uno ama se engrandece, porque todos los días es dar y recibir, que van creciendo los dos juntos y están unidos en un solo proyecto de vida, que la vida en pareja es mas llevadera, porque uno jala y el otro empuja y viceversa en el camino de la perfección, que el hombre y la mujer se complementan. Que el matrimonio da estabilidad, se encuentra la seguridad y la paz de saber que los dos llegaran juntos a la santidad. Que tienen los mismos sueños e ideales y ponen los dos los medios para alcanzarlos. En fin nadie les cuenta que los fracasos son oportunidades para crecer en pareja, y los éxitos se disfrutan doblemente.

Lo más hermoso que hizo Dios es que creó al hombre y a la mujer distintos de cuerpo y de modo de ser, para que se ayuden y se completen el uno al otro. El problema esta en que el testimonio de los matrimonios no es creíble

El matrimonio católico es el sacramento en el que Dios mismo bendice la unión y el amor de un hombre y de una mujer. Entonces Dios es quien fundó el matrimonio y quien bendice ese amor y les da una gracia, o sea, una ¨ayuda especial ¨ para hacer más perfecto su amor y para que puedan cumplir mejor sus deberes de esposos.

Monseñor Stanovnik en la página web de la Universidad Católica Argentina (UCA) - www.uca.edu.ar se encuentra la Declaración Ciudadana por la Vida y la Familia.


—La causa principal de la crisis de los matrimonios y de las familias cristianas es el debilitamiento en la vida de fe y padece el entusiasmo por la misión, que siempre supone salir al encuentro. La fe solo crece y se fortalece creyendo, es decir, llevándola a la práctica.

…No hay ninguna realidad humana que pueda reemplazar la misión que tiene el matrimonio constituido por un varón y una mujer en el cuidado de la vida", vinculados a la dignidad de la vida humana".
 
por Cynthia Benassini

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