Nada tenemos
tan fuerte en común los mexicanos como el culto a la Virgen de Guadalupe. Le rinden homenaje desde los más
ricos hasta los más pobres, los artistas, los que no creen en nada más que en
su Guadalupana.... Inclusive “el
movimiento de independencia tuvo como primer estandarte la Virgen de
Guadalupe.”
Los expertos
coinciden en que la Virgen de Guadalupe quiso mostrarse a los antiguos pueblos
indígenas con un atuendo lleno de símbolos que los habitantes de estas tierras
pudieron entender fácilmente. Entre estos símbolos encontramos el color jade de
su manto, simbolo de realeza, las flores de su túnica, emblema del Tepeyac,
saliendo del jade del manto que representa el cielo, indicaban de donde venía
Ella. El personaje a sus pies con sus manos unía, el firmamento y la tierra,
que según su cosmología existían en continua batalla, y que solo el quinto sol
terminaría. Ese quinto sol, cuyo emblema era una flor de cuatro pétalos, se
encuentra al centro del vientre de la Virgen, quien lo trae en su vientre para
traer la paz que ellos anhelaban con su llegada.
En México la figura materna era sumamente
importante, ya que había menos hombres que mujeres... El hombre estaba hecho
para la guerra, eran muchos los que morían o en la batalla o en la piedra de
los sacrificios. Y aun el día de hoy, el peor insulto es el
relacionado con la figura materna, se jura “por esta” y se dice comúnmente “madre sólo hay una”.
No obstante la fría estación invernal y la aridez
del lugar, La Morenita le ayudo a Juan Diego a encontrar flores muy hermosas.
Ahora, como en los tiempos de la conquista, nos llena de alegría, esperanza y hasta fe en el más allá saber que tenemos una madre en el cielo y que su mirada no está hacia arriba, sino abajo. El hecho de que cada año le echemos cuetes, le cantemos... nos une como pueblo, nos da identidad y ojalá y nos de mucha fortaleza para superar las adversidades y tener fe en nosotros mismos como nación.
Ahora, como en los tiempos de la conquista, nos llena de alegría, esperanza y hasta fe en el más allá saber que tenemos una madre en el cielo y que su mirada no está hacia arriba, sino abajo. El hecho de que cada año le echemos cuetes, le cantemos... nos une como pueblo, nos da identidad y ojalá y nos de mucha fortaleza para superar las adversidades y tener fe en nosotros mismos como nación.
Por Laila Aboumrad
Fuentes:
Wikipedia
Sr. Canónigo
Dr. Eduardo Chávez
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