Según palabras del Director de la
Agencia de Agricultura y Alimentos de las Naciones Unidas, José Graziano Silva,
nuestra generación podría alcanzar a ver el día en que no quedara hombre o
mujer en África con hambre y hace hincapié en que hay suficiente comida, el
problema está en el difícil acceso a ésta y menciona tres acciones centrales, con
las que se podría resolver dicho problema:
1.
Decisión y liderazgo político de los gobiernos.
2.
Mejora del desempeño agricultural y de acceso a los
alimentos.
3.
Mejora del contenido nutritivo de los alimentos que se
consumen. (2)
Aunado a estos puntos, Graziano
menciona dos factores, que en las hambrunas de Somalia, Brasil y Vietnam fueron
claves para que la FAO ayudara a superar la situación: las mujeres y las familias.
La asignación de recursos a
familias y mujeres muestra que las organizaciones internacionales se han dado
cuenta de lo que, por muchos años, ha insistido la Iglesia: el apoyo a la
familia y las mujeres es clave para el desarrollo de las sociedades. Y en este
caso se nota a nivel material y de alimentación, pero este mismo principio se
ha recomendado aplicar para mejorar la calidad de vida de todos en otras áreas,
no menos importantes como la educación, la salud, el trabajo y las relaciones
personales y laborales.
La erradicación del hambre a
nivel mundial debe ser un objetivo común a todos. La Iglesia ya lo puso al
centro de sus actividades y lo propuso a los creyentes. Esperemos que las
instituciones y gobiernos hagan eco de este llamado para lograr aliviar el
sufrimiento de tantos hombres y mujeres en el mundo, promoviendo a la vez a la
familia y la mujer, que son tan esenciales para lograrlo.
Por Ana Elena Barroso
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