Hace tres meses
mi cuarto hijo y el mas chiquito para mi pues ya es un hombre de 33 años, decidió
aceptar el llamado de Dios.
Como dejo su
casa puesta, y las cuentas de banco a mi cuidado, he ido un poco mas seguido al
banco; todos los que me atienden saben que esta en el Seminario, cuando llego
todos salen a saludarme hasta a los que
no voy a ver y preguntan como le va, a veces me muero de la pena pues hay otras
personas y a mi me reciben como si fuera una persona con mucho dinero. Bueno
pensándolo bien tengo muchas bendiciones al tener un hijo cerca de Dios.
Soy viuda desde
hace 32 años y he vivido disfrutando a mi “querubín” como le dicen sus hermanos
y ahora estoy feliz de verlo a el, igual.
Muchas amigas me
preguntan que ¿como estoy tan contenta que se haya ido al seminario? , yo les
digo que a mis dos hijos casados los entregue feliz a dos personas que no comocia antes,
cuantimás a alguien que conozco desde niña y he amado toda mi vida.
A veces he
tenido problemas con los pagos de las
tarjetas y al explicarles que el titular esta en el seminario, pero me
dejo a mi encargada, cambia su forma de ser y tratan de solucionar el problema.
Es increíble que
la gente inconscientemente al saber de alguien que se entrega al Señor,
facilitan las cosas por tratar de ayudar a un futuro sacerdote.
Realmente toda
la gente que lo conoce esta disfrutando su vocación y me lo hacen sentir, sus
mejores amigos van a visitarlo cada mes con sus esposas e hijos.
Mi familia y yo
estamos todos muy contentos también nos ha hecho reflexionar que tal vez,
perderíamos comodidades y lujos pero el, ha encontrado la verdadera felicidad,
uno de mis hermanos que no es muy seguidor de la Iglesia, me dijo que debía
poner una foto de mi hijo riéndose antes y después del seminario, ¡se le nota
la lo contento que está!
¡Es increíble la
alegría que les da a las personas saber
que hay vocaciones y ellos conocen una! Y si pueden ayudar en algo,
están dispuestos.
Maria del Pilar
Barroso Losada
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