Para celebrar este Dia Internacional de la Mujer ponemos nuestros ojos en las mujeres del futuro y de como crecen, al lado de un hombre muy especial: su padre.
La personalidad de cada mujer es resultado de muchos
factores genéticos, sociales y biológicos específicos y particulares,
diferentes en cada una de sus historias, que van tejiendo su concepto del mundo
desde una edad muy temprana. Pero un elemento común que las marca profundamente
a todas de forma positiva o negativa, es la figura de su padre, presente o
ausente.
La Dra. Tara Hedman que es terapista sobre salud
mental en Estados Unidos y especializada en mujeres, habla sobre este tema y
comparte que las niñas reciben y necesitan de las palabras y actitudes de sus
padres.(1)
Muchas de estos mensajes giran alrededor de la
autoestima de las pequeñas y de cómo esperan que las traten los demás cuando
sean grandes, especialmente los hombres que encontrarán a lo largo de su vida.
(2)
Entre algunas expresiones de las niñas podemos
destacar las siguientes:
Papá:
·
Pregúntame
como estoy y escúchame cuando te respondo, necesito saber que tú me valoras
antes de entender mi verdadero valor.
·
En
el modo que tratas a mi mamá aprendo cómo debo ser tratada, sin importar si
estás casado o no con ella.
·
Cada
vez que eres caritativo conmigo o con alguien más, aprendo a confiar en Dios un
poco más.
·
Por
favor no hables de sexo como un adolescente, porque pensaré que es algo sucio.
·
Cuando
hablas suavemente, entiendo mucho mejor lo que me dices.
·
La
forma en que hablas de los cuerpos de las mujeres, aún de broma, es lo que
acabo creyendo del mío propio.
·
Si
me enseñas lo que es sentirse segura cuando estoy contigo, sabré mejor cómo
cuidarme de hombres que no son seguros.
·
Enséname
a amar la ciencia, el arte y la naturaleza y aprenderé que la inteligencia es más
importante que la talla de mi vestido.
·
Déjame
expresar lo que llevo dentro aunque sea incorrecto o tonto, porque necesito
saber que tú aceptas mi forma de comunicarme sin temor.
·
Si
me demuestras ternura, aprenderé a aceptar mi vulnerabilidad sin tener miedo.
·
Cuando
me dejas ayudar a arreglar el coche o pintar la casa, entenderé que puedo hacer
cualquier cosa que hacen los niños.
·
Cuando
proteges mi femineidad, aprendo que todo mi ser es muy valioso.
·
Abrázame,
bésame en todas las formas buenas y puras, pues lo necesito para entender lo
que es una expresión cariñosa sana.
·
No
mientas, porque creo todo lo que dices.
Podrán parecer expresiones muy sencillas y cotidianas,
pero al parecer tienen un gran peso en el desarrollo de las pequeñas
mujercitas.
La problemática que presentan hoy en día las jóvenes y
no tan jóvenes nos habla de los efectos que la ausencia de este tipo de actitudes
y reacciones por parte de los papas y que repercute en muchas de las generaciones
con baja autoestima, trastornos alimenticios, prostitución, embarazos a muy temprana edad, multiplicación de parejas
sexuales, culturas utilitarias como el “hook up”, mensajes “objetivizantes” de la
mujer en medios de comunicación, entre otras.
Problemas que se hacen presentes en las ya conocidas corrientes
de izquierda, como el feminismo radical, cuyo fin es promover ideas
erróneamente concebidas sobre la “autonomía” de las niñas respecto a sus padres
y fomentando el enfrentamiento con el hombre, la lucha por el poder y la
insistente nulificación de la parte diferenciada y femenina de la mujer.
La fe católica, por su lado, también preocupada por
estos problemas que han esclavizado más a la mujer, ha impulsado soluciones que
no se cierran a estas evidencias que los expertos muestran de la psique
femenina y la importancia que tiene la figura masculina en la vida de las
adolescentes. Es por ello que la Iglesia ha propuesto desde hace décadas,
soluciones profundas, tanto en la atención de las pequeñas, como en la
preparación de los papás. Soluciones, a largo plazo, que fortalecen la
autoestima de las niñas de todas las generaciones, que necesitan la presencia y
cercanía de un hombre. Pero no de cualquier hombre, sino de papás que estén
dispuestos a dar a sus hijas la fortaleza y ternura que las hará fuertes ante
el mundo.
Por Ana Elena Barroso
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