Esta es una semana de alegría. Celebramos la Resurrección de Jesús. Es
una verdadera alegría, basada en la certeza de que Cristo resucitado ya no
muere, sino que está vivo y activo en la Iglesia y en el mundo. Esta
certeza habita en el corazón de los creyentes desde la mañana de Pascua, cuando
las mujeres fueron a la tumba de Jesús y los ángeles les dijeron: "¿Por
qué buscáis entre los muertos al que está vivo?" Estas palabras son como
una piedra angular en la historia.
Cuantas veces en nuestro camino diario necesitamos que nos digan:
"¿Por qué estás buscando entre los muertos al que está vivo?" Y
cuántas veces nosotros buscamos la vida entre las cosas muertas, entre las
cosas que no pueden dar vida, entre las cosas que hoy están y mañana no estarán
más.
Necesitamos escucharlo cuando nos cerramos en cualquier forma de
egoísmo o de autocomplacencia; cuando nos dejamos seducir por los poderes
terrenos y por las cosas de este mundo, olvidando a Dios y al prójimo; cuando
ponemos nuestras esperanzas en las vanidades mundanas, en el dinero, en el
éxito. Entonces la Palabra de Dios nos dice: "¿Por qué buscáis entre los
muertos al que está vivo?" ¿Por qué estás buscando allí? Aquello no
te puede dar vida, sí, quizás te dé una alegría de un minuto, de un día, de una
semana, de un mes, ¿y luego? ¿Por qué buscáis entre los muertos al que
está vivo? Esta frase debe entrar en el corazón y debemos repetirla, ¿Por qué yo en la vida busco entre los
muertos al que está vivo? Si escuchamos, podemos abrirnos a Aquel que
da la vida. En este tiempo pascual, dejémonos nuevamente tocar por el estupor
del encuentro con Cristo resucitado y vivo, por la belleza y la fecundidad de
su presencia.
Pero no es fácil estar abierto a Jesús. No es evidente aceptar la vida
del Resucitado y su presencia entre nosotros. El Evangelio nos hace
ver las reacciones del apóstol Tomás, de María Magdalena y de los dos
discípulos de Emaús: Tomás pone una condición a la fe, pide tocar la evidencia,
las llagas; María Magdalena llora, lo ve pero no lo reconoce, se da cuenta de
que es Jesús sólo cuando Él la llama por su nombre; los discípulos de Emaús,
deprimidos y con sentimientos de derrota, llegan al encuentro con Jesús
dejándose acompañar por el misterioso viandante. Cada uno por caminos
diferentes, buscaban entre los muertos al que está vivo, y fue el mismo Señor
el que corrigió el rumbo.
"¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?" Esta
pregunta nos hace superar la tentación de mirar hacia atrás, a lo que fue ayer,
y nos empuja a avanzar hacia el futuro. Jesús no está en la tumba, Él es el
Resucitado, el Viviente, el que siempre renueva su cuerpo que es la Iglesia y
lo hace andar atrayéndolo hacia Él. "Ayer" es la
tumba de Jesús y la tumba de la Iglesia, el sepulcro de la verdad y la
justicia; "hoy" es la resurrección perenne a la que nos impulsa
el Espíritu Santo, que nos da plena libertad.
Hoy nos dirige también a nosotros este interrogante. Tú, ¿por qué buscas entre los muertos a aquel que está vivo, tú que te cierras en ti mismo después de una derrota y tú que no tienes más fuerza para rezar? ¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo, tú que te sientes solo, abandonado por los amigos y quizás también por Dios? ¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo, tú que has perdido la esperanza y tú que te sientes prisionero de tus pecados? ¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo, tú que aspiras a la belleza, a la perfección espiritual, a la justicia, a la paz?
Tenemos necesidad de escuchar de nuevo y de recordarnos mutuamente la
advertencia del ángel. Esta advertencia, "¿Por qué buscáis entre los
muertos al que está vivo?", nos ayuda a salir de nuestros espacios de
tristeza y nos abre a los horizontes de la alegría y de la esperanza. Aquella
esperanza que remueve las piedras de los sepulcros y anima a anunciar la Buena
Nueva, ¡Él está vivo, está con nosotros! No vayamos por tantos sepulcros que
hoy te prometen algo, y luego no te dan nada ¡Él está vivo! ¡No busquemos entre
los muertos al que está vivo!. De la
catequesis del Papa Francisco, 23/04/2014.
“Jesús mío, creo que estas vivo, presente y actuante en todos los
momentos de mi vida. Que cada vez que te recibo en la Eucaristía, Tú entras en
mi y ahí te quedas mientras yo no me aleje de Ti, por el pecado. Ayúdame para
que esta verdad, nunca la olvide, para que estés presente en todos mis actos y
en todos mis pensamientos. Jesús no permitas que me aparte de Ti jamás…”
de CUCA RUIZ
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