EL PADRE MODERNO: ¿UN MERO ADORNO?


 

Con los cambios sociales y culturales del siglo pasado, la figura paterna ha ido convirtiéndose en un aspecto casi  decorativo o transitorio  en la vida familiar. De un padre ausente por muerte, guerra o trabajo que se daba en la antigüedad, se ha pasado a una ausencia por elección personal del mismo hombre o de la mujer. Al tratar de resolver algunas  inequidades que se han dado entre ellos, estos cambios  se han quedado  en lo superficial sin dar respuesta a un lado más profundo  y enraizado de las inequidades y eliminando lo esencial de la presencia del hombre en la vida familiar. Estos “avances” de la “cultura de la equidad”: la píldora, el divorcio, la mujer trabajadora y cabeza de familia ,la inseminación artificial , el aborto, la cohabitación y la cultura del sexo libre entre otras han cambiado la manera como se comienzan y forma una familia.

 

Ante estos, la presencia del padre en el desarrollo de los niños y jóvenes parece  superfluo, como lo pavonea la cultura “moderna”, donde las mujeres ya no necesitan una relación estable con un hombre para ser madres. Pero la experiencia de su ausencia en las sociedades de primer mundo como Estados Unidos ,habla de que esta eliminación de la figura paterna no se da sin efectos o consecuencias, a veces graves , para el individuo, la familia y la comunidad.

Tal es el caso de los  numerosos jóvenes francotiradores que han matado a un gran número de personas conocidas y desconocida dentro de sus escuelas, campus o familias en ese país.

 
Y mientras la discusión de estos casos se ha dado alrededor de la necesidad del control de armas o la libertad de portarlas, un académico brinda un elemento nuevo ,sobre sus causas, que da una perspectiva más amplia sobre estos eventos incomprensibles que van en aumento . El sociólogo de la American Enterprise, el Sr. Bradford Wilcox marca un común denominador en la “lista de ataques a escuelas en los Estados Unidos” que da Wikipedia: un padre ausente, padres divorciados o  padres que nunca se casaron.

El evidencia que existe sobre la relación entre violencia y hogares destruidos es muy fuerte, como lo dice Robert Sampson , sociólogo de la Universidad de Harvard: “ la estructura familiar es uno de las variables más fuertes, sino la más fuerte, que predice la variación de violencia urbana en las ciudades de Estados Unidos”.
 
 
También los criminólogos Michael Gottfredson y Travis Hirschi aseguran que “ los porcentajes de población divorciada, hogares encabezados por mujeres y de individuos sin relación estable en una comunidad son los factores que más predicen los niveles de criminalidad”.

 Además hay investigaciones que sugieren que “los niños que viven en hogares de madres solteras multiplican al doble el riesgo de acabar como delincuentes a diferencia de  que aquellos que tienen una buena relación con su padre”(1).

En el mismo sentido el sociólogo Paul Amato en su investigación sobre los efectos que el divorcio tiene sobre los niños a largo plazo muestra que: “si los Estados Unidos tuvieran el mismo nivel de estabilidad familiar que en los años 60’s, ese país tendría 750,000 niños menos reprobando años escolares, 1.2 millones menos suspensiones de clases, 500 mil actos de delincuencia juvenil menos, 600 mil niños menos recibiendo terapias y aproximadamente 70,000 suicidios menos cada año”.(2)

Aunque son muchos los factores que influyen para que se den casos tan extremos como estas balaceras en lugares públicos, el hecho de no dar mucha importancia a aquellos elementos que influyen y que son prevenibles como lo son la crisis de las familias, es un error grave, ya que  estas crisis eventualmente se verán reflejadas  en las calles, barrios ,escuelas y ciudades de diferentes formas y en diferentes momentos.

 

El hombre podrá cambiar las formas y estructuras según sus intereses y deseos de cada época y las ideologías sociales populares del momento, pero su naturaleza sigue recordándole que no todo es construcción social impuesta, y que hay elementos en su vida que son esenciales para su desarrollo. Estos elementos los debe de proteger en vez de eliminar y denigrar, si no quiere que niños y jóvenes, y eventualmente toda la sociedad,  sufran problemas peores que los que, con la relativización de la familia, trata de erradicar.

 

Por Ana Elena Barroso

 

 


(2)    (Paul R. Amato, “The Impact of Family Formation Change on the Cognitive, Social and Emotional Well-Being of the Next Generation,” in The Future of Children 15, no. (2) (2005): 88-89.)

(3)     

Comentarios