QUE DIOS NO VE EL PESO QUE CARGAMOS?

Las palabras de Jesús dan siempre esperanza! Jesús mismo buscaba a estas multitudes extenuadas y dispersas como ovejas sin pastor y las buscaba para anunciarles el Reino de Dios y para sanar a muchos de ellos en el cuerpo y en el espíritu. Ahora nos llama a todos a su lado: "Vengan a mí", y nos promete alivio y refrigerio.




 
 
 
Esta invitación de Jesús se extiende hasta nuestros días, para llegar a muchos hermanos y hermanas oprimidos por precarias condiciones de vida, por situaciones existenciales difíciles y, a veces privados de auténticos puntos de referencia.

 
En los países más pobres, pero también en las periferias de los países más ricos, se encuentran muchas personas desamparadas y dispersas bajo el peso insoportable del abandono y de la indiferencia. En los márgenes de la sociedad hay muchos hombres y mujeres probados por la indigencia, pero también por las insatisfacciones de la vida y las frustraciones. Muchos cada día, soportan el peso de un sistema económico que explota al hombre, le impone un "yugo" insoportable, que los pocos privilegiados no quieren llevar. A cada uno de estos hijos del Padre que está en los cielos, Jesús repite: "Vengan a mí, todos ustedes". Pero también lo dice a los que poseen todo. Pero cuyo corazón está vacío. Corazón vacío y sin Dios. También a ellos, Jesús dirige esta invitación: "Vengan a mí". La invitación de Jesús es para todos. Pero de manera especial para los que sufren más.

 
Jesús promete reconfortar a todos, pero también nos hace una invitación, que es como un mandamiento: "Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón" El "yugo" del Señor ¿en qué consiste? Consiste en cargar el peso de los otros con amor fraternal.




 Una vez recibido el alivio y consuelo de Cristo, estamos llamados también nosotros a ser alivio y consuelo para los hermanos, con actitud mansa y humilde, a imitación del Maestro.

 
La mansedumbre y la humildad de corazón no sólo nos ayuda a soportar el peso de los otros, sino a no pesar sobre ellos con nuestros propios puntos de vista personales, nuestros juicios, nuestras críticas o nuestra indiferencia. De la homilía del Papa Francisco, 06/07/2014



 
“¡Santísima Virgen María, que acoges bajo tu manto a todas las personas desamparadas y dispersas, te pido  que a través de mi  fe iluminada por las palabras de tu Hijo Jesucristo, pueda dar testimonio con mi vivir de cada día y ser alivio para mis hermanos que necesitan  alivio, para los que necesitan ayuda, para los que necesitan ternura y esperanza….”


cuca Ruiz

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