La
abstinencia sexual en muchos países de primer mundo es vista como una costumbre
medieval y gran obstáculo para la libertad de las personas, sobre todo de los
jóvenes. Pero las estadísticas en nuestro país muestran otra visión sobre este
tema. Al adentrarse en las actitudes que muchos jóvenes de otros países expresan,
se encuentran nuevas luces que llevan a repensar los mensajes difundidos por
muchos medios de comunicación y organizaciones internacionales.
En
la Encuesta Nacional de la Juventud que se llevó a cabo en México durante el
2010, los propios jóvenes de entre 15 y 29 años (82%) mencionan la abstinencia como una de las principales
formas de prevenir el contagio de enfermedades de transmisión sexual, el 97%
aseguró usar el condón, y un 60% tiene sexo solo con su pareja 60%.(1)
Estos
números nos hablan de que la abstinencia junto con la castidad son todavía para
los jóvenes mexicanos, opciones reales y efectivas para proteger su salud
sexual.
Sin
embargo en la mayoría de las campañas de prevención dirigida a los jóvenes,
estas opciones ni siquiera se mencionan, lo que habla de una falta de
conocimiento del público objetivo al que van dirigidas.
Esto
sucede porque, por lo general, las campañas de prevención de enfermedades
transmitidas sexualmente (ETS), se han concentrado en estudiar a los jóvenes
sexualmente activos para poder hacerles llegar mejor sus mensajes. Sin embargo,
nunca han volteado a ver a aquellos jóvenes que no son activos sexualmente y
que se abstienen de tener relaciones sexuales.
¿Será
porque no necesitan los mensajes? ¿Y por qué no los necesitan?
Porque
están totalmente protegidos.
Entonces
¿no será un error ni siquiera mirar a estos jóvenes, cuando son los que más
protegidos están de contraer enfermedades de este tipo?
¿No
se podría aprender algo sobre los factores de su vida que se vuelven elementos
protectores de su salud?
La
Dr.
Lynn Blinn Pike de la Universidad de Missouri- Columbia en Estados Unidos [o1] realizó
un estudio durante varios años entre jóvenes del último año de secundaria que practicaban
la abstinencia sexual. El estudio se adentraba en los motivos para no tener relaciones sexuales,
a pesar de la fuerte presión mediática y social.
Los
resultados muestran tendencias y factores comunes muy interesantes entre estos jóvenes,
que prácticamente los blinda del peligro de adquirir enfermedades de
transmisión sexual, que son, en muchos casos, crónicas o mortales.(2)
Entre
los primeros hallazgos se encontró que el porcentaje de jóvenes que no habían tenido
sexo era bastante alto (65%). De estos, el 41% eran hombres, lo que viene a
mostrarnos que la idea de que la iniciación sexual temprana es generalizada y
que las mujeres son las únicas que se mantienen vírgenes a esa edad no es tan
real como se difunde.
Las características
de sus hogares aparecen como factores importantes, pues el 73% viven con ambos
padres, que presentaban estudios de preparatoria o menos, lo que nos dice que
un nivel educativo alto en los padres no es necesario para lograr cultivar
condiciones preventivas para los hijos, y lo que aparece más poderoso, es el
hecho de que ambos padres vivan con ellos.
Este
grupo de jóvenes que no se inician sexualmente, presentan un nivel alto de desempeño
en los estudios, siendo más de la mitad (57%) acreedores a calificaciones sobresalientes
(A-B), lo que nos habla de que no solo los factores en casa producen protección
a riesgos de salud sino también un mejor aprovechamiento de la educación.
Uno
de los elementos claves que menciona este estudio como centro de la protección
de los jóvenes a riesgos de cualquier tipo, son ciertas características
personales que dan la capacidad de resistencia a los jóvenes ante la exposición
continua y persistente a circunstancias adversas, como pueden ser: la pobreza,
la invalidez, disfunción o, como en este caso, al bombardeo continuo de mensajes
sexuales y la presión del medio ambiente a iniciarse sexualmente lo antes
posible.
Se
ha encontrado que los rasgos de personalidad que producen esta capacidad de
resistencia son: mejor control de los impulsos, habilidad de retrasar la
gratificación, capacidad de cultivar relaciones positivas, un buen sentido del humor,
mayor autoestima y fuerza de voluntad o autocontrol, buena habilidad verbal,
buenas experiencias escolares, entre otras. Además estas dan al joven las
herramientas para modificar el impacto negativo de ambientes estresantes y
experimentar menos consecuencias dañinas.
La mayoría
de estos rasgos se pueden cultivar desde muy pequeños en la familia y desarrollar
en la mayoría de los jóvenes de cualquier nivel socioeconómico o educativo, una
razón fuerte para impulsar la construcción de familias fuertes y proteger las
que ya existen a nivel de leyes, políticas públicas, sistema educativo,
seguridad social etc.
La
gran aportación de este estudio es el haber entrado en las razones por las que
estos jóvenes deciden posponer su iniciación sexual.
Entre
las razones que dieron se encontraron tres tipos: algunas basadas en temor,
otras en confusión y sentimientos y las últimas en valores personales.
Las
que están basadas en temor, se encontró: miedo a contraer SIDA (84%), a
embarazo (77%), esperar a ser mayor (66%) y una muy interesante: el “no estar
listo para el sexo” (61%).
Entre
las que implican confusión y sentimientos están: vergüenza de usar anticoncepción
(78%) o de comprar condones (73%) y aparece una de peso importante: “le daría
mucha pena” (57%) o que “puede doler” (56%).
Dentro
de aquellas que hablan de valores se encuentran: “que es malo tener sexo antes
del matrimonio” (87%) y que “su religión dice que es malo tener sexo antes del matrimonio”
(81%).
Como
se puede ver, muchas de las razones que dan, muestran que a esa edad no se
encuentran todavía preparados o listos para iniciarse sexualmente, que quieren
esperar, que puede doler o que les da pena. Esto es muy importante al diseñar
las campañas preventivas que deben dirigirse al público que las necesita, no a
los menores que no están listos para ello.
Como
valor agregado a estos hallazgos se encontró una constante presente en la mayoría
de los jóvenes que preferían la abstinencia sexual a esta edad: un bajo nivel
de consumo de alcohol. Se encontró que su nivel de consumo de alcohol era
sumamente bajo, lo que confirma lo que otros autores afirman: que el ALCOHOL es
un factor que predice la exposición a actividad sexual riesgosa y la aumenta.
Con
estos resultados y con el conocimiento que se tenga de los jóvenes que si están
protegidos contra ETS, se deben replantear métodos, mensajes y hasta objetivos
de las campañas que se diseñan para este grupo de la población y hacerlos
llegar a los sistemas de salud y de prevención.
Se
deben construir campañas más integrales donde se tengan como objetivos
principales: el desarrollo de la inteligencia emocional, asertividad, autocontrol,
comunicación con los padres y apoyo en su función como tales, mejor
comunicación con ellos y reducción de consumo de alcohol.
De igual manera se
debe hacer una promoción de
participación en sus parroquias o Iglesia y grupos de ayuda social, lo que
daría a los jóvenes ambientes de crecimiento seguros que les desarrollen muchas
de las facetas de personalidad que al final representan factores protectores.
Impulsando
el desarrollo estas áreas, inclusive ayudará a proteger a los jóvenes de otras
problemáticas como alcoholismo, drogas y bullying, pues les construye una
estructura protectora general.
Por
Ana Elena Barroso
(1)ENCUESTA
NACIONAL DE JUVENTUD Mexico 2010 Resultados generales
(2) “Why Abstinent Adolescents Report They Have Not Had Sex:Understanding
Sexually Resilient Youth “by Lynn
Blinn Pike. Family Relations, vol. 48, no. 3,
1999.-2001
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