El pecado convierte a los hombres en cómplices unos de otros, hace reinar entre ellos la concupiscencia, la violencia y la injusticia. Estos pecados que crean situaciones sociales e institucionales son totalmente contrarios a la bondad divina. En consecuencia, inducen a sus víctimas a cometer a su vez el mal sin que se den cuenta, es como un mal expansivo.
Constituyen el "pecado social" con enormes repercusiones
que podemos constatar el día de hoy, cómo nuestra sociedad está viviendo tantas
diferencias y tan extremosas, así como con una indiferencia total de lo que le
ocurra al ser más próximo y con un costo de reparación muy alto para todos.
La
implicación del pecado de omisión se comprende mejor si nos remontamos a la
Alemania Nazi en la que no todos fueron responsables directos por las muertes
de muchos inocentes pero sí fueron co-responsables de la omisión de su
actuación. Permitieron la intervención directa del demonio dando rienda suelta
a sentimientos de odio, rencor, venganza que han sido muy difíciles de
erradicar. Es justamente la Iglesia, que somos todos los bautizados, la que
pretende eliminar estas conductas de inconciencia del ser humano y ofrece un
auténtico cambio a través del conocimiento de sí que reivindique la dignidad
humana creada a imagen y semejanza de Dios.
El pecado de omisión es
uno de los grandes pecados a combatir. Resulta muy costosa para una sociedad la
falta de formación en sus integrantes. Como sociedad debemos de entender que la pérdida de una jerarquía de
valores correcta, la perdida de tiempo y la ignorancia son lujos que no nos
podemos permitir. El precio que se paga por esto es muy alto. No somos seres individuales
individualistas. Somos seres individuales, interdependientes, pertenecientes a
un todo. Debemos de ser conscientes que cada una de nuestras decisiones, o
la falta de las mismas afectan a los demás y que todo lo que ocurre en el
mundo, si bien no somos responsables directos, sí somos co-responsables, por lo
cual, no debemos permitir el uso y el abuso que se esta haciendo de las
personas, de que la gente se esté
muriendo de hambre, que existan las guerras, los maltratos a la naturaleza,
asesinatos, robos, abortos….
El pecado crea una
facilidad para el pecado, engendra el vicio por la repetición de actos y de
aquí se derivan inclinaciones desviadas que oscurecen la conciencia, la van
haciendo cada vez más permisiva, mas difícil de recuperar, se da en el interior
de la persona una serie de confusiones que llega a perder el rumbo de su vida y
la manera de dirigirlo, corrompen la valoración concreta del bien y del mal,
tiende a reproducirse y a reforzarse, pero no al grado de llegar a destruir el
sentido hasta su raíz. Editado de Catholic net, 20/08/2013, José Luis
Pérez Gallego.
“Señor Jesús en el corazón
del mundo actual abundaba el pecado… Pero Tu viniste a nosotros con la
sobreabundancia de Tu gracia y Tu amor. Y Tu gracia siempre gana, porque eres
Tu mismo quien te entregas, te acercas, nos acaricias, nos sanas... Y se que los mas pecadores estamos mas
cerca de Tu Divino corazón, Tu nos llamas ¡Vengan, vengan a Mi! yo he venido para sanar, para salvar…
Señor, por favor ábrenos los oídos para que podamos escucharte, danos la gracia
para poder seguirte, danos la fortaleza para no fallarte…muévenos Señor sacúdenos…no nos abandones…”
Por Cuca Ruiz
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