Aunque el hombre puede creerse soberano del momento, sólo Cristo es dueño del tiempo, en la oración se encuentra la virtud para discernir en cada momento de la vida y en la esperanza en Jesús la vía para mirar al fin del tiempo.
Son dos consejos para entender el fluir del
presente y prepararse al final de los tiempos: oración y esperanza.
La oración, junto al discernimiento, ayuda a
descifrar los momentos de la vida y a orientarlos a Dios. La esperanza es el
faro de largo alcance que ilumina la última etapa, la de una vida y -en el
sentido escatológico- la del fin de los tiempos.
En este recorrido hacia el fin de nuestro camino,
de cada uno de nosotros y también de toda la humanidad, el Señor aconseja dos
cosas, dos cosas que son diferentes, y son diferentes según cómo vivamos,
porque es diferente vivir en el instante y vivir en el tiempo.
Y el cristiano es un hombre o una mujer que sabe
vivir en el instante y sabe vivir en el tiempo. El instante es lo que tenemos
en las manos ahora: pero este no es el tiempo. Tal vez podemos sentirnos dueños
del instante, pero el engaño es creernos dueños del tiempo: ¡el tiempo no
es nuestro, el tiempo es de Dios! El instante está en nuestras manos y también
en nuestra libertad sobre cómo tomarlo. Y aún más: nosotros podemos
convertirnos en los soberanos del momento, pero solo hay un soberano del
tiempo, un solo Señor, Jesucristo.
No hay que “dejarse engañar por el instante”,
porque habrá personas que se aprovechen de la confusión para presentarse como
Cristo. El cristiano, que es un hombre o una mujer del instante, debe tener
esas dos virtudes, esas dos actitudes para vivir el momento: la oración y el
discernimiento.
Para conocer los signos verdaderos, para conocer el camino que debo tomar en este momento, es necesario el don del discernimiento y la oración para hacerlo bien.
En cambio, para ver el tiempo, del cual solo el Señor es dueño nosotros no podemos tener ninguna virtud humana. La virtud necesaria para ver el tiempo debe ser dada, regalada por el Señor: ¡y es la esperanza!... Oración y discernimiento para el instante; esperanza para el tiempo”.
El cristiano sabe esperar al Señor en cada
instante, pero espera en el Señor hasta el fin de los tiempos. Hombre y mujer
de instante y de tiempo: de oración y discernimiento, y de esperanza.
De la
homilía del Papa Francisco, 26/11/ 2014.
“Señor dame la gracia para caminar con la
sabiduría; la sabiduría que en el instante me lleve a rezar y a discernir. Y en
el tiempo, que el Espíritu Santo que, es el mensajero de Dios, me haga vivir
con esperanza.; con la esperanza de alcanzar Tu Gloria…”
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