Si
eres mujer ...
.... y estás separada y has dejado tu vida espiritual, sacramental o de
vida interior. Has atravesado un divorcio y te sientes relegada o abandonada en
tu interior por estar en esta situación. Te has divorciado pero has encontrado
una vida nueva viviendo al lado de otra persona y extrañas tu vida de reflexión y fe en
Dios. Cohabitas con tu pareja y sientes hambre de un amor mas estable. Te has vuelto a casar con tu nueva pareja, pero no pudiste hacerlo por la
Iglesia, pero tu corazón necesita estar cerca de Dios. Eres madre soltera , has
tenido un aborto o si tus preferencias sexuales te han llevado por caminos inesperados
y tu fe en Dios sigue como llama en tu corazón y quieres estar cerca de Él…
...este sínodo de la familia tiene algo especial para ti, porque viene a mostrar
la riqueza de la acogida universal que la fe católica siempre ha enseñado y
trata de buscar los medios que hacen falta en la práctica para acercar el amor
de Jesús a tu corazón.
Así lo
dejó ver el Arzobispo de Chieti-Vasto, Mons. Bruno Forte, durante el inicio de
actividades, recordando que el Sínodo de los Obispos sobre la familia “no es
doctrinal sino pastoral” y que busca
hacerle frente a las nuevas realidades, “a los desafíos ante los que la Iglesia
no puede quedar insensible”. 1
Ante
más de 270 obispos provenientes de todo el mundo, decenas de expertos y
auditores que se reúnen desde este lunes 5 de octubre en el Vaticano, el
relator del Sínodo de la Familia, el cardenal y arzobispo de Budapest y
presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa, Peter Erdö, ha
subrayado que “la Iglesia debe convertirse y ser más viva, más personal, más
comunitaria”, al tiempo que ha reclamado una actitud de misericordia. “Hay que ser
conscientes de que la misericordia más grande es decir la verdad con amor,
vamos más allá de la compasión”. 2
Profundizando
en esta urgente actitud de acogida hacia todos y de la actitud de misericordia
hacia las familias heridas, Erdö ha explicado que la integración en la Iglesia
de los divorciados vueltos a casar “puede hacerse de diversas formas”, pero ha
insistido en que el acceso al sacramento de la eucaristía no es posible para
ellos. Por otro lado, para Erdö, las parejas separadas y divorciadas, pero que
no se han vuelto a casar “deben ser ayudadas por la Iglesia en la vía de la
reconciliación”. 3
Las
reuniones del Sínodo han resultado muy fructíferas al poner en el reflector lo
que la fe católica insiste y que este año se ha convertido en el tema central
de las celebraciones del Año Santo de la Misericordia: acogida y
acompañamiento. Algo que muchos de los católicos no experimentamos o no
practicamos porque nos hemos quedado alejados de nuestras parroquias e inactivos
en nuestra vida espiritual.
Así
nos lo muestran las estadísticas de la “Situación de la Misión de la Iglesia”
DOMUND 2009 de la Vicaría Pastoral de México que indican que solo el 8% de la
totalidad de los que se declaran católicos se dicen ser comprometidos, quedando
una arrolladora mayoría de 92% que somos católicos no comprometidos. Con este
bajísimo nivel de participación e involucramiento, causado por diferentes
razones, no debe extrañarnos que los malentendidos y las ideas descontextualizadas
alejen más a las personas que nos encontramos
en situaciones familiares y personales difíciles, siendo que son las que más
necesitamos de los beneficios de la fe y del apoyo de la comunidad católica. 4
Pero, ¿Qué nos deja a nosotras las mujeres,
que estamos en situaciones complejas, estas reflexiones iniciales del Sínodo?
Que, independientemente
de nuestra situación personal, familiar o social podemos llevar una vida
cercana a Dios y que la Iglesia Católica tiene excelentes medios que nos ayudan
a lograrlo. Estos medios son variados, incluyen métodos de oración, de
reflexión. Hay celebraciones comunitarias como la misa en la que, aunque no se comulgue físicamente, se puede comulgar espiritualmente para recibir a Jesús en el corazón. Además la
confesión con un sacerdote para recibir gracias y perdón sanador en el caso de que estemos decididas a optar por un cambio de vida. También ayuda a integrarse a los grupos de
reflexión que nos ayudan en la necesidad de pertenencia a una comunidad. Participar en las actividades
de acción social y de ayuda material o social que cada parroquia tiene y que
nos harán crecer en responsabilidad social, entre muchos otros.
Es
esencial que como católicos aprendamos a vivir y experimentar en forma personal
las virtudes que la fe cultiva como son la esperanza, la caridad que es amor,
la castidad, que se recomienda a todos los católicos sin importar el estado de
vida o preferencia sexual, la sencillez y templanza, la prudencia, la justicia que
nos hace mejores ciudadanos y la fortaleza que nos ayuda a salir adelante a
pesar de las dificultades.
Hay
que abrirnos a las propuestas de nuestra fe que busca protegernos como mujeres
en el aspecto de las relaciones de pareja, en donde se promueve el compromiso, la
responsabilidad y entrega total y fecunda en el matrimonio. Esto requiere un
esfuerzo de nuestra parte, definitivamente, pero en esta dinámica de mejorarse
a uno mismo se encuentra ya parte de los beneficios que la práctica de una fe
aporta a nuestra vida.
Aprovechemos
esta oportunidad que nos brinda un evento que puede sonar lejano y acartonado
como lo es un Sínodo y démonos una oportunidad de rescatar esa fe que traemos
muy dentro de nuestra alma de mujer.
Por
Ana Elena Barroso
(3)
IDEM
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