A lo largo de la vida, las decisiones que debemos tomar nos
obligan a escoger entre muchas opciones que ésta nos ofrece. Al momento de
elegir las opciones que van entretejiendo nuestra existencia, las
circunstancias, valores y experiencias personales tienen un gran peso. Pero ¿y si
pudiéramos tener una bola de cristal que nos dejara ver lo que, a la larga, nos
llevará a la felicidad que tanto buscamos? ¿Qué daríamos por poder ver el
futuro y así decidir mejor?
Hombres y mujeres de todos los tiempos han tratado de
encontrar esta habilidad buscándola en la ciencia y hasta en la magia. Y al
parecer, esta sabiduría les ha llegado a algunos, pero muy tarde en la vida.
Así lo muestra un estudio cualitativo realizado entre
personas de la tercera edad, a base de cuestionarlos sobre aquellas cosas que
hubieran hecho de forma distinta en su vida. La enfermera Bronnie Ware , que
trabaja en cuidados paliativos de una unidad de enfermos terminales en Estados
Unidos, llevó un registro de lo que sus pacientes platicaban con ella sobre
este tema. (1)
En 2013 hizo un libro en el que describió las 10 añoranzas y remordimientos comunes
en el sentir de muchos de estos enfermos. Ellos las expresaron así:
·
Debí haber dedicado más tiempo a mis amigos.
·
Debí haber expresado más mis sentimientos y
amor.
·
Debí haber trabajado menos y haber estado más
con mis seres queridos.
·
Debí haber dicho lo que pensaba en vez de
retenerlo y resentirlo después.
·
Debí haber sido más valiente y resolver mis
conflictos con los demás y no haber dejado que se eternizaran.
·
Debí haber tenido hijos y dejarles el fruto de
mi trabajo.
·
Debí haber ahorrado más y haber planeado mejor
mi retiro.
·
Debí haber sido más auténtico, coherente y
sincero conmigo mismo y con los demás.
·
Hubiera querido saber que se puede decidir ser
feliz en cualquier situación y haberlo hecho desde joven. (2)
Las cándidas respuestas de todas estas personas que
estuvieron viviendo experiencias cercanas a la muerte y muchas veces en
enfermedades extremas, nos dan una pista de qué es lo que realmente tiene
importancia en la vida, pues el corazón parece desnudarse cuando el fin está
cerca.
Viendo los sentimientos y áreas a las que hacen referencia,
podemos reconocer principios y actitudes que han sido descartadas, irónicamente,
por la “cultura moderna” que pretende librarnos de ellas y hacernos
autosuficientes, aislados y preocupados por el “yo”.
Se distinguen : el amor, la amistad leal, la sinceridad, la
autenticidad, la importancia de la familia, el deseo de procrear y compartir, la
comunicación, el perdón, la reconciliación ,la coherencia y la felicidad
hallada en el interior.
Los entrevistados, creyentes y no creyentes, parecieran ver
en el horizonte algo que nosotros todavía no alcanzamos a ver: una sabiduría de
vida que sorprendentemente coincide con la que Dios nos ha tratado de enseñar
desde siempre, y que Jesús vino a mostrarnos en su andar en la tierra.
Si no eres creyente y no te han interesado las enseñanzas del
Evangelio que guía a cristianos y católicos a tomar mejores decisiones de vida
que llevan a la felicidad plena, deberías escuchar estas enseñanzas que dejan
los que van por delante en el camino de esta existencia y pronto abandonarán el
mundo.
Sería útil reconocer que el camino que el mundo ofrece para ser felices
parece no haberlos llevado a ellos en esa dirección y que los consejos evangélicos
no están, después de todo, tan equivocados.
¿Quién nos puede conocer tan profundamente para saber estos
aspectos para nosotros ocultos, así como Jesús los supo?
¿Quién dejó inscrito
en nuestro corazón estas añoranzas?
Solo Aquel que nos creó: Dios
Por Ana Elena Barroso
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