LA CASTIDAD COMO PROBADA PROTECCION VS LA VIOLENCIA EN LA PAREJA


 
 

 

Muchas son las formas con las que se ha buscado reducir la persistente violencia contra las mujeres. A través de investigaciones, implementación de políticas públicas de género, programas de educación sexual. Estos últimos tocan temas importantes como las ETS y los embarazos adolescentes y recomendando ciegamente instrumentos como el preservativos y anticoncepción para prevenirlos. Pero, desgraciadamente en esta prevención  se dejan un poco de lado los problemas de tipo relacional que surgen en la pareja, sobre todo en adolescentes y jóvenes, en donde la violencia germina y se desarrolla impulsada por factores que pueden modificarse.

Tal es el caso del sexo en las relaciones de parejas adolescentes y jóvenes de entre 14 y 21 años, cuya presencia es un predictor de violencia en la relación. Así se ha encontrado en varios estudios  realizados entre estudiantes de secundaria en los Estados Unidos, donde la libertad para iniciar la vida sexual parecería dar más opciones de relaciones sanas a los adolescentes.
 
 

Los sociólogos de la Universidad de Bowling Green identificaron la “intimidad sexual como un aspecto clave en los enlaces románticos que presentaron las siguientes 4 conductas: “Aventar cosas al otro”; “haber sido empujado, jalado; “ser cacheteado”; “golpear”. El “Estudio sobre Relaciones Adolescentes de Toledo” realizado en Lucas County, Ohio durante el año 2000, reportó también dinámicas que aumentaban la incidencia de la violencia de pareja como los celos, el engaño, discusiones. Inclusive hace la mención de que la violencia adolescente en los romances ocurre solo en aquellos que conllevan relaciones sexuales. (1)
 

Además otro estudio realizado por JAMA Pediatrics, durante 2010 y 2011, nota una conexión entre estas conductas relacionales y el consumo de películas pornográficas. El 17% de los adolescentes y jóvenes que habían perpetrado algún acto violento con su pareja había consumido este tipo de material en el último año, comparado con solo un 3% de aquellos  que no habían consumido pornografía.(2)

Esto nos lleva a cuestionar:
¿En dónde se deben de invertir los recursos de los programas sociales y gubernamentales de prevención?

¿Los condones y los anticonceptivos no han robado demasiado la energía de estos programas?

¿No deberíamos estar cultivando desde dentro aquello que prevendría, no solo los embarazos adolecentes y las ETS, sino que daría algo muy importante: una vida sin violencia para las niñas y mujeres?

La castidad puede sonar muy anticuada y es tachada de imposición medieval por ser recomendada por la Iglesia Católica, pero los números apuntan una y otra vez como una gran aliada de la salud emocional, sexual y reproductiva de nuestras jóvenes.

Porque  esta virtud y hábito no se trata de negarles sexo a los adolescentes por cuestiones religiosas. Va más a fondo y previene tambien del consumo de pornografía por parte de este sector de la población que ha generado, entre muchas otras consecuencias, una percepción utilitarista hacia la mujer como mero objeto que solo sirve para placer sexual.

Además de prevenir el contagio de las más de 30 infecciones de transmisión sexual, varias incurables y muy graves, como el virus de la hepatitis B, virus del papiloma humano, herpes virus y el virus de inmunodeficiencia humana VIH/SIDA, la castidad protege a las adolescentes de embarazos no previstos y que a su edad suelen ser de alto riesgo. Previene tambien ansiedad, consumo de tabaco,alcohol y marihuana. (3)

Por otro lado reducen en forma significativa la deserción ewcolar, que limita el desarrollo profesional de las mujeres,y ayuda a escoger en forma más objetiva la pareja con la que se desesa formar una familia al poder valorarla desde una perspectiva más objetiva y menos involucrada emocionalmente. (3)

Y además, según investigadores de Brigham Young University, las parejas que reservan las relaciones sexuales para el matrimonio disfrutan en un 22% de mayor estabilidad y un 12% mejor comunicación en sus relaciones, independientemnente de la creencia religiosa de losparticipantes en el estudio.

Es decir,que la espera y reserva del sexo al matrimonio se está convirtiendo en un capital de inversión de “género” que da resultados de eficacia a la larga ,sobre todo para las mujeres, con una mayor calidad de vida personal, sexual y emocional.

Por Ana Elena Barroso.

(1)   http://profam.org/publications/natural-family-news-and-research/teens-acting-badly

      (3) http://www.catolicidad.com/2012/02/castidad-en-el-noviazgo-es-posible.html

Comentarios