Las enfermedades de transmisión sexual como el SIDA, han ido en aumento con la utilización de la tecnología para acordar encuentros sexuales casuales, de acuerdo a un reporte emitido por la Dra. Yolanda Wimberley, profesora de la escuela de medicina adolescente de Morehouse, Georgia en Estados Unidos. Este fenómeno es preocupante y aconseja que se use la misma tecnología para divulgar todos los métodos preventivos. (1)
En México, este tipo de encuentros casuales se ha vuelto tan
popular que la ciudad de Puebla es ya el 6º lugar en América Latina de suscriptores
masculinos a servicios en línea, según
la página de citas Ashley Madison con sede en Estados Unidos. (2)
Y aunque el SIDA sigue siendo una enfermedad que afecta
principalmente a hombres pues solo el 17% de los casos son mujeres (82% de los
casos son hombres, y en específico hombres que tienen relaciones sexuales con
hombres, personas que se dedican al trabajo sexual, especialmente hombres, y
personas que usan drogas inyectables), la ETS que amenaza a las mujeres, en
específico, es el Virus del Papiloma Humano (VPH), en donde la tasa de incidencia
de casos nuevos de VPH fue de 2.7 por cada 100 mil hombres y la femenina es de
62.71 por cada 100 mil mujeres de las mismas edades en el 2012. (3)
Pero, contrario a lo que pueda parecer una efectiva medida moderna de prevención en este ambiente moderno, como lo que propone la Dra. Wimberley, las medidas que han comprobado garantizar la prevención de ETS no vienen de la tecnología innovadora, ni de mensajes a través de la web, sino de algo más tradicional: la familia y la fe.
Así lo demuestra un estudio, realizado para entender la cultura
del “hook-up” de sexo casual entre jóvenes americanos por investigadores de las
Universidades de Brown y Syracuse. Donde la búsqueda no solo se trató de
encontrar los efectos que este modo de satisfacción sexual inmediata traía a los
jóvenes, sobre todo a las mujeres, dentro del campus universitario, sino se
lanzaron a identificar las circunstancias y características de las mujeres que
entraban en esta moda del “sexo por una noche” y de las que se mantenían libres
de su influencia.
Entre los resultados se hallaron elementos sorprendentes,
que no tienen nada que ver con acceso a información o a la negociación del uso
del preservativo con el compañero sexual en turno. Los dos factores son de
naturaleza cultural y que se pueden introducir en su vida con tiempo
anticipado. Estos son: una visión trascendental de la vida dada por una fe y un
entorno familiar estable donde los padres estaban casados y vivían juntos.
Estos factores se identificaron como medios protectores al darles una mayor
autoestima que previene su exposición a encuentros riesgosos y, además, muchos
de los efectos observados en las mujeres que entraban al “Hook-up” como: depresión,
baja autoestima, rencor sexual y presión a prácticas sexuales no consentidas,
entre otras. Además, a largo plazo, reduce la exposición de las jóvenes a
parejas sexuales desconocidas, que
repercute en un menor nivel de riesgo de adquirir ETS.
La seriedad y riesgo de adquirir una ETS desde la juventud y
padecerla por el resto de la vida debe alertar a todos los involucrados en el
desarrollo de los jóvenes para cultivar todo aquello que les de instrumentos de
protección efectivos que sirven para toda la vida, no les representa un egreso
y sea aplicable en cualquier cultura y nivel socioeconómico: apoyar a las familias
y hacer crecer la fe que los jóvenes abriguen
en su corazón.
Por Ana Elena Barroso.
(3)
Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012
México (ENSANUT, 2012)
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