En esta era moderna, donde las tradiciones van
desapareciendo para dejar paso a nuevos festejos y celebraciones “globales”, la
Navidad casi ha desaparecido. Si, así como lo oye, ha desaparecido porque lo
poco que queda de su esencia se está diluyendo entre luces de colores, gastos
en regalos y alcohol. Y con esto se ha neutralizado su espíritu original:
recordar que Dios se hizo hombre por amor a la humanidad.
Pero ¿Dónde se perdió la Navidad? ¿En qué momento quedó
escondido y olvidado su espíritu original? ¿Se podría decir que alguien robó la
navidad?
¿Acaso fueron los paganos que celebraban el festejo del
solsticio en diciembre?
Parece que no, pues según el Profesor William J. Tighe,
docente de Historia de la Universidad de Muhlenberg : “la fiesta pagana es
creada casi trescientos años después del nacimiento de Jesús, en medio de la
reforma religiosa del imperio que pretendía dar importancia a la figura del sol.”
(1)
¿O los judíos que celebran una festividad en esas fechas? No
parece posible, pues ellos festejan Hanukkah o la Fiesta de las Luminarias
desde la recuperación de la independencia judía y la posterior purificación del
Templo de Jerusalén de los iconos paganos, del que se recuerda el milagro del
candelabro, y en la que sí se acostumbra dar regalos a los niños.(2)
¿O los musulmanes con
la celebración del Ramadán, que a veces coincide con la Navidad, que
simboliza el triunfo personal, la victoria del autocontrol y la abstinencia, la
purificación y renovación espiritual.? (3) IDEM
¿O las demás filosofías como la budista que celebran la
iluminación de Siddhartha Gautama, Buda, el 8 de diciembre con una ceremonia
para celebrar esa fecha? (4) IDEM
¿O los ateos en su intento de destruir la fe cristiana? Pero
si ellos también celebran la cena de “navidad”, ponen arbolito y compran
regalos.
Nunca ha habido más lugares en el mundo que se festeje
Navidad, sin festejar la “Natividad”: China, Japón, Mauritania, Marruecos, Algeria,
Tunez, Libia, Benin , Taiwan y Pakistán entre muchos otros (5), a pesar de los
esfuerzos que la Iglesia hace en cada país por infundir en sus miembros el
asombro ante tanto cariño por parte de Dios.
¿O fue el gordito de traje rojo y barba larga que vino a
revolucionar la fecha con sus duendes comercializadores que nos secuestran en
una vorágine de gasto en regalos y cenas?
En realidad cuando el gordito alegre aparece,no tiene
relación con el nacimiento de Jesús, porque aparece alrededor del año
1624,cuando los inmigrantes holandeses fundaron la ciudad de Nueva Ámsterdam,
más tarde llamada Nueva York, llevando con ellos sus costumbres y mitos, entre
ellos el de Sinterklaas, su patrono, un duende enano y delgado.(festejado el 5
y el 6 de diciembre). En 1809 el escritor Washington Irving escribió una sátira
en la que deformó al santo holandés, Sinterklaas, en la burda pronunciación
angloparlante Santa Claus.
Es hasta 1863,el dibujante alemán Thomas Nast, diseñó un
personaje gordo para sus tiras navideñas en Harper's Weekly. Allí adquirió su
vestimenta y se cree que su creador se basó en las vestimentas de los obispos
de viejas épocas para crear este «San Nicolás», que en ese momento ya nada
tenía que ver con San Nicolás de Mira. (6)
Entonces ¿Quién robó realmente el sentido de esta
celebración central del cristianismo?
¡Nosotros los cristianos! Nosotros somos los verdaderos
ladrones de la Navidad al ir alejando nuestras celebraciones de Jesús,
ahogándolas en ansiedad por comprar los regalos y las prisas por salir de
vacaciones.
Pero Dios sigue tratando de alcanzarnos, aún en nuestra
raquítica forma de celebrar esta fecha. Trata de sacar un poco de paz, alegría
y unión familiar con las reuniones que con esta ocasión se organizan en el
trabajo, la escuela, el hogar. Rescatemos algo de lo que esta festividad trae
al mundo entero y tratemos de acercarnos y acercar a nuestros conocidos, aunque
sea por un momento, a algún nacimiento para reconocer en ese pesebre al Amor
mismo hecho hombre.
Por Ana Elena Barroso
(3)IDEM
(4)IDEM
(5)IDEM
(6) https://es.wikipedia.org/wiki/Pap%C3%A1_Noel
Comentarios
Publicar un comentario