En esto días santos alrededor del mundo se llevaron a cabo
diferentes celebraciones para vivir más de cerca el espíritu de entrega y amor
al hombre que la crucifixión de Jesús implica. El acto de amor más grande: entregar
la vida por el amigo.
Entre estas ceremonias de piedad muchos tuvimos la
oportunidad de participar en el Vía Crucis, en el que los católicos tratamos de
acompañar a Jesús en su recorrido al Calvario.
En muchos lugares se llevan a cabo remembranzas de la crucifixión del
Señor con otros ritos, y al parecer, solo los católicos y algunos Anglicanos
recorren el Vía Crucis.(1)
Pero este año me ha tocado vivirlo de una forma singular: un
“Vía Crucis Ecuménico”. Nunca había presenciado algo así. Miembros de
diferentes iglesias cristianas aceptan reunirse con los católicos en una
comunidad para recorrer juntos “El Camino de la Cruz”.
Las estaciones de este Camino adoptaron las oraciones
católicas que se recitan en cada una, y se rezaban dentro de cada una de las
Iglesias del vecindario: Episcopal, Bautista, Católica, Del calvario, Metodista
y Presbiteriana.
A medida que se desarrollaba el evento de la caminata, el
grupo crecía en número. Los carros que transitaban por las calles se detenían a
observar aquello que, al parecer, se volvió un espectáculo y algunos tocaban
sus bocinas en saludo.
La visita a las Iglesias de diferentes denominaciones dio la
oportunidad de percibir diferencias que contrastan con los templos católicos.
Estas diferencias daban algunas claves al visitante de la importancia que cada
rama da a los elementos que conforman su fe:
·
Todas presentaban cruces o a un Jesús Buen
Pastor, pero solo la católica tenía al Cristo en la cruz, un crucifijo.
Inclusive muchas no tenían ni escenas ni representaciones de Jésus por ningún
lado.
·
La mayoría no tenían altar. En su lugar se
encontraba el púlpito o las sillas del coro junto con grandes pianos, que hacía
sentir que el foco de atención se encontraba en los participantes más que en el
mismo Jesús, que es lo que el altar y el crucifijo trata de lograr.
·
A un nivel más mundano, solo dos de las Iglesias
tenían reclinatorios, lo que lleva a preguntar: ¿es que no se hincan en ningún
momento de sus celebraciones? Entonces ¿creerán en la presencia real de Dios en
su templo? O les hace falta esa parte esencial de la Sagrada Eucaristía que
hace postrase a los católicos al reconocer su presencia real en el altar?
·
En la Iglesia Primera Episcopal una mujer pastor
dirigió la lectura de una de las estaciones. Estaba vestida con su sotana.
Habló muy bien y su persona inspiraba mucha piedad. Pero surge en la mente un
pensamiento sobre esto: ¿Por qué sotana? ¿Por qué no otra vestimenta? ¿Será
porque eso usan los sacerdotes hombres? ¿En qué otras cosas encuadrarán a las
mujeres sacerdotes de esa denominación para “encajar” en el sacerdocio? ¿A ser
igual que hombres sacerdotes? ¿No sería bueno reconocer que las mujeres tienen
formas distintas de vivir y expresar su fe? Este modo parece muy influenciado
por la fórmula feminista de buscar la igualdad entre hombres y mujeres en el
mundo actual: la mujer debe ser menos mujer y además más hombre para alcanzar
la misma valoración que el hombre.
Pero más allá de estas diferencias, lo importante que se
notó en este “Camino de la Cruz” fue la unidad y el que todos los cristianos participantes sintieran
cuantos hermanos en la fe hay a su alrededor luchando por buscar y encontrar a
Dios a través de Jesucristo. Además de experimentar que el hacer actividades
juntos en los aspectos que nos unen puede hacer mucho por este mundo tan
dividido.
Una gran experiencia que debería practicarse en muchos
lugares para ir construyendo la unidad entre los cristianos por la que tanto
rogamos en misa.
Por Ana Elena Barroso
@mujer_catolica
Yo viví una experiencia similar en las misiones a las que fui. Una señora cristiana nos acompañó y nos dio un gran testimonio del amor a Dios y el respeto a los ritos litúrgicos de la religión católica
ResponderEliminar!Que bueno! Los católicos también debemos aprender a respetar la manera que otros manifiestan su fe! Y siempre manifestar la alegría que nos da vivir la nuestra, para contagiarla a eotros!
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