LO ILOGICO SE VUELVE RESURRECCION E INMORTALIDAD: PERDER ES GANAR




 
 
 
Una actitud de entrega, de abandono, es lo que Dios quiere de nosotros.
 
Claro que nos importa perder la vida, pero sabemos que perderla, para Dios, es ganar...
 
Entregar es recibir; amar es ser amado; cuidar a otros es más que ser cuidado; regalar nuestro tiempo, más que atesorarlo egoístamente; dar lo que tenemos es mucho más que buscar que nos den siempre algo.
 
Ese es el misterio del amor de Jesús, su vida fue el camino para enseñarnos a vivir, la forma nueva de enfrentar los desafíos de la vida.

 
 
 
 
En Jesús crucificado todo parece pérdida, y es todo ganancia; todo parece olvido y es memorial; todo parece muerte y es vida para siempre.
 
 
 La paradoja del cristiano es que gana cuando pierde, y recibe cuando da. La paradoja es seguir un camino que está signado con la cruz, y en ella, por la resurrección.
 
 La paradoja de un amor sin límites que nos desborda en la pequeñez de nuestro corazón que quiere ser eterno.
Ese amor de Cristo es el que queremos, esa mirada que traspasa los límites más humanos, esa herida abierta que no habla de pérdida sino de ganancia. Porque el que ama siempre gana.


 
 
 
El que odia, el que desprecia, el que mira con una mirada mezquina su vida siempre buscando el mal del otro y persiguiendo su propia ganancia, ese, que aparentemente triunfa en este mundo, es el que pierde.
 

 
 
El ganar en Cristo es distinto, tiene otra forma, otro color, otros términos. Y pensar que a veces nos afanamos tanto por ganar en esta tierra, por triunfar, por lograr sonrisas que duran tan poco. Ganar en Cristo es lo que queremos, mi vida está en sus manos, mi camino, mis pasos, el rumbo que sigo. Ojalá no olvidara nunca que hacer su voluntad es lo único que importa. Esa actitud es un milagro y es el milagro que pedimos cada día.
Vivir como Él, vivir en Él, es para nosotros, el más alto grado del amor. Que nos limpiemos en lo más hondo de lo que no le pertenece, que tengamos los sentimientos de Cristo, que nos abandonemos en sus manos, que deseemos lo que Él desea. Es vivir anclados en el corazón firme y sólido de Cristo, ese corazón que nos sostiene por más que queramos huir, es ser otro Cristo aquí en la tierra, una roca para muchos, un lugar de paz en el que la vida se detiene porque está en las manos de Dios.
 
 
 
 
El sí es un sí a vivir una vida diferente, una vida en la que lo que tememos no nos reste pasión, entusiasmo, alegría, audacia, valor. Es el sí a hacer de la confianza nuestra forma de enfrentar las dificultades, deseando vencer los miedos y caminando con ellos. Siendo portadores de una esperanza que vence a la muerte y nos asegura un triunfo final que no le tiene miedo a la derrota del momento.
 
 Como si morir un poco cada día fuera parte de nuestro equipaje de mano. Queremos llegar tan lejos como sueña el alma. Y no limitar nuestra vida por miedo a perderlo todo.
 Del texto del P. Carlos Padilla, 13/09/2015.
 
 
 
 
“Jesús, quiero vivir anclado en tu corazón…sostenme aunque quiera huir…ayúdame a que mis pasos no se desvíen de tu camino…ayúdame a quitar de mi vida todo lo que no es tuyo…Señor, quiero estar llena solo de Ti…”



Por Cuca Ruiz
 

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