DOS REGALOS PARA LAS MADRES DEL MUNDO



 

En este día de la madre hemos encontrado buenas noticias envueltas para regalo para las madres del mundo.
 
 Estas vienen, por un lado desde la ONU donde recientemente se dieron a conocer los “Objetivos de Desarrollo Sostenible para el 2030”, y el otro la “Exhortación Apostólica Amoris Laetitia” del Papa Francisco y la Iglesia Católica. Dos documentos que tratan, en su propia zona de acción, de impulsar a los hombres a construir un mundo mejor.

¿Qué madre no quiere lo mejor para sus hijos y trabaja por ello todos los días?
Estos dos documentos tratan de atacar los males que afectan a tantas personas y de lograr mejores condiciones para las futuras generaciones, de las que tanto se preocupan todas las madres, pero lo hacen de modos totalmente diferentes y, a veces, hasta contrastantes.

Mientras el primero, de la ONU, propone acciones  para atacar problemas urgentes como acabar con el hambre y la pobreza, insistir en salud, igualdad y educación para todos, garantizar trabajo decente para todos e instar por un mayor cuidado del ambiente al producir y consumir (1) , el segundo ,de la Iglesia, se adentra a la problemática del ser humano y su vida en este mundo: en sus relaciones humanas, como ser comunitario o social, de pareja, de familia, de trabajo, de paternidad y maternidad, de creencias, valores, motivaciones y aspiraciones.(2)

 
 

Al hacerlo así, podrían complementarse en una forma maravillosa, pues la ONU diagnostica los males que nos aquejan económicamente y socialmente, mientras que la Iglesia muestra y devela las causas humanas y raíces profundas de esos males que hacen sufrir a tantas personas alrededor del planeta y que están hundidos muy dentro de los corazones.


 

Pero las diferencias son de fondo y a veces hasta se contraponen en la forma de acercarse y buscar soluciones a los estados terribles en que se encuentran muchos humanos.

Por un lado, la ONU parece ignorar la existencia de las relaciones humanas en cualquiera de sus formas, ya sea de pareja, familiar, filial, laboral  y cuando las menciona es en un tono de antagonismo o competencia. La maternidad se aborda en forma solitaria donde el padre está ausente pues ni se menciona, dejando de nuevo toda la responsabilidad a las mujeres. A tal grado que la palabra “familia” no aparece dentro de las acciones propuestas en los Objetivos, solo se menciona la existencia de “agricultores familiares” en algún renglón.(3)
 
 

La Iglesia, en cambio, insiste en la centralidad del “encuentro” humano y en el tejer  redes de apoyo social,de pareja, comunitario ,familiar y en trabajar por su consolidación y prevalencia, ayudándolas en cada etapa donde surgen problemas como parte de su misma naturaleza.

Ambos tratados coinciden en que se necesita ayudar a las personas a tener una vida mejor, pero difieren en el sujeto principal de la ayuda propuesta.

En los Objetivo e Desarrollo Sostenible  son las estructuras económicas, políticas y estatales principalmente, tratando de lograr que éstas sean las que cambien o mejoren las situaciones de las personas.

Esto es necesario pero no suficiente para lograrlo.

 

La Iglesia propone un recipiente que haría más eficiente el uso de estos recursos: la familia, dentro de la cual se hacen rendir los insumos, como bien lo saben las madres. Inclusive con la solidaridad q se puede cultivar hasta se le puede ahorrar al estado mucho dinero con las actividades no remuneradas que hacen sus miembros: nutrición, mantenimiento de bienes, educación, cuidado de menores, ancianos, enfermos y de capacidades diferentes.

Además la familia es el mejor lugar para que se cuide el valor irremplazable de cada uno de sus miembros en cualquier condición y estado, que secunda la búsqueda de la igualdad de género y de reducción de desigualdades enunciados en el 5º y 10º objetivos.(4)
¿Y qué es lo que una madre más desea para todos los que ama? La felicidad.

Los Objetivos de desarrollo Sustentable buscan mejorar las condiciones materiales pero no incluyen el procurar que las personas puedan alcanzar la felicidad en su propia realidad, la cual, según éstos asumen, solo se puede alcanzar en ciertos países del mundo.

La Iglesia aquí aporta una gran luz: puede haber felicidad en cualquier condición de vida y propone un acompañamiento a las personas en este camino por parte de las comunidades, y en especial de las comunidades de creyentes católicos, a las que el Papa invita a compartir una manera entregada de vivir la vida.(5)

 

Por  Ana Elena Barroso      @mujer_catolica

 





(5)  http://m.vatican.va/content/francescomobile/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20160319_amoris-laetitia.html 

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