La soledad es un sentimiento que nos llena el alma de
un silencio frío y oscuro si no la sabemos encauzar. Hay rostros surcados de
arrugas, de piel marchita, de labios sin frescura, de ojos empequeñecidos,
turbios y apagados que nos hablan por si solos de la soledad. Si sus voces nos
llegaran nos dirían de su cansancio, de su miedo, pero sobre todo de su
soledad....
Pero no hace
falta que seamos ancianos para que en la vida nos acompañe la soledad.
La soledad del
sacerdote, aún los más jóvenes, con sus votos de obediencia, pobreza y
castidad, pero a veces es más dura la soledad de su propio corazón, que aunque
ayudado por la Gracia de Dios no deja de ser humano. Tienen que consolar a los
seres que llegan hasta ellos con sus penas, con sus problemas pero su corazón
no puede aferrarse a ninguna criatura de la tierra y a veces se sienten solos,
muy solos, tan solo acompañados de una gran soledad.
La soledad en la adolescencia, duele profundamente por
nueva, por incomprensible...Los padres se están divorciando, se quiere a los
dos, se necesita a los dos, pero para ellos parece que no existe ese ser que no
acaba de comprender y que está muy solo. Ellos tienen sus pleitos, su mal
humor. La mamá siempre llorando, el papá alzando la voz... para él nada... tal
vez sientan hasta que haya nacido. Si se divorcian será un problema ¿qué será
de él?¡Qué gran soledad, qué amarga soledad!
Las monjas misioneras, los misioneros, lejos de sus
seres queridos y en tierras extrañas.
Y la soledad en
algunos matrimonios, esa soledad que ahoga, que asfixia...que como dice el
poeta:- "es más grande la soledad de dos en compañía". El hombre de
grandes negocios, empresario importante, magnate en la sociedad que parece que
lo tiene todo pero que en el fondo vive una gran soledad. La soledad de las
grandes luminarias siempre rodeadas de personas y siempre solas...Las esposas
de los pilotos, de los marinos, de los médicos, saben de una gran soledad y
ellos a su vez, en medio del cumplimiento del deber, también están solos,. La
soledad de las personas que han perdido al compañero o compañera de su vida,
ese quedarse como partido en dos porque falta la otra mitad, ese no saber cómo
vivir esas horas, ahora tan vacías, tan tristes, tan solas...
Si no convertimos esa soledad en compañía para otros
seres quizá, más solos aún que nosotros mismos, si no llenamos ese vacío y esas
horas con el fuego de nuestro amor para
los que nos rodean y nos necesitan, esa soledad acabará por aniquilarnos,
ahogándonos en el pozo de las más profunda depresión.
En realidad todos los seres humanos estamos solos.
La soledad está en nuestras vidas pero hay que saber
amarla. Si le tenemos miedo, si no la amamos y no aprendemos a vivir con ella,
ella nos destruirá. Si le sabemos dar su verdadero sentido. ella nos
enriquecerá y será la compañera perfecta para nuestro espíritu. Con ella
podremos entrar en nuestra alma, con ella podremos hablar con nuestros más
íntimos sentimientos . Ella nos ayudará, ella, la soledad bien amada y deseada
a veces, nos llevará al encuentro de nuestra propia identidad y luego al mejor
conocimiento de Dios, que llenará nuestras vidas porque El es todo amor.
Por: MARÍA ESTHER DE ARIÑO
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