Tanto nos ama
Dios que nos entrega a su único Hijo para que nazca y muera como hombre sin
dejar de ser Dios, por la remisión de todos los pecados de la Humanidad, los
pasados, los presentes y los futuros….y para que esto suceda, no lo hace
presentándonos un Hijo lleno de esplendor y poderío sino de una manera natural
y ligada a una “concepción” en una joven virgen por medio del amor del Espíritu
Santo.
Va en busca de ti, María. Y
Tú, le dices….¡QUE SI !.
Era necesario buscarte
limpia, pura, sin mancha, fresca y serena como la misma mañana en que naciste
porque habías tenido una inmaculada concepción en el seno de tu madre Ana, y
por eso te conocemos y veneramos como LA
INMACULADA CONCEPCIÓN.
La Iglesia y los católicos
del mundo, en este día 8 de diciembre, hacemos fiesta para implorar tu
protección y decirte con las palabras del P. Ignacio Larrañaga :
“ Hoy queremos
decirte ¡ muchas gracias!, Señora, por tu “FIAT”, por tu completa disponibilidad de esclava,
por tu pobreza y por tu silencio, por el gozo de tus siete espadas, por el
dolor, por todas tus partidas que fueron dando la paz a tantas almas. Muchas
gracias por haberte quedado con nosotros a pesar del tiempo y la distancia….”
María Inmaculada vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos…. Así decimos cuando nos dirigimos a Ti, Madre de Dios y Madre
nuestra, y tenemos la certeza de que nos escuchas y atiendes…. ¡ cómo una madre
no va a oír a sus hijos !.
Tu, que supiste ser la madre
más amorosa pero también supiste de renuncias y dolores. Es por eso que tu
corazón está abierto a todas nuestras llamadas y súplicas.
Tu quisiste que te
conociéramos con ese bendito y glorioso nombre al decirle a la pequeña y Santa
Bernardita :
“ YO SOY LA INMACULADA CONCEPCIÓN”,
ella nada sabía de estas palabras pero dichas
por ti, fueron toda una revelación.
¡ Bendita seas, Madre
Inmaculada…. Ruega por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte y por
todos tus hijos sin distinción de razas, credos y colores, tan necesitados de
tener una Madre, en este mundo tan desorientado y convulso, como Tu, Puerta del
Cielo, Salud de los enfermos y Refugio de los pecadores.
No nos dejes, Madre y se
nuestra compañía a lo largo de nuestro camino por esta vida. Que siempre tengamos
tu apoyo y tus brazos amorosos si llega a nosotros el desaliento …. junto a la
alegría de sabernos tan amados por Ti.
Por: MARÍA ESTHER DE ARIÑO.
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