En este siglo XXI uno de las áreas de la vida humana que
continúa siendo una prioridad en programas y políticas internacionales y de
gobiernos del mundo es la salud. Se invierten millones en ella y sigue costando
un gran porcentaje de sus ingresos a muchos países. Y en el caso en los que las
condiciones son precarias, el costo en calidad de vida, enfermedades y muertes
es muy alto.
Pero en ambos casos, a lo largo de la historia, se ha
comprobado que se necesita algo más que médicos, medicinas y campañas para
alcanzar una vida sana para todos. Lo que se ha necesitado es prevención y hábitos
de vida saludables para evitar muchas enfermedades y generar calidad en la
forma de vivir de las personas. En los últimos años se ha encontrado una de las
claves para lograr prevención sin importar el contexto de riqueza o pobreza de
la población. Sorprendentemente, este eslabón perdido no consiste en campañas, mensajes,
ni programas gubernamentales sino en algo tan arcaico, ancestral y depreciado
como el matrimonio.
Por ilógico que pueda parecer, el hecho de estar casado ha
sido el factor común de los individuos que más hábitos saludables presentaban
en dos estudios realizados por Universidades de Estados Unidos, Inglaterra y
Japón. La medición se realizó entre 2005 y 2011
y se hizo sobre varias variables de conductas saludables entre las que
estaban:
·
Escoger los alimentos por su valor nutricional
·
Checar los contenidos en las etiquetas de los
productos que se adquieren
·
Realizar ejercicio regularmente
·
No fumar
·
Usar cinturón de seguridad en el automóvil
Los resultados de esos estudios mostraron la importancia de
las relaciones sociales, específicamente del matrimonio, no sólo en el cultivo
de estos hábitos saludables que incluían también hacer visitas al dentista,
sino también en la inhibición de conductas y dinámicas erosivas como fumar o
consumir alcohol en exceso.(1)
Al final de los estudios, mientras el grupo de Universidades
de Estados Unidos recomendaba poner en marcha programas y campañas de promoción
del cuidado de la salud individual, la experiencia de las Universidades de los otros
países optó por insistir en el fortalecimiento de las relaciones sociales para
mantener a las personas más saludables.
Además es un método más eficaz, económico, universal y
multiplicador de los beneficios de la prevención, al pasar las costumbres de
padres a hijos. Esta relación comprometida que es el matrimonio se presentaba
como un predictor seguro de hábitos más saludables en las personas y coincide
con la insistencia de la fe católica de protegerlo y promoverlo por ser
insustituible en la formación de la célula de la sociedad que es la familia. Es
en ésta que se beneficia el desarrollo de las personas en muchas áreas, incluyendo
la de la salud.
Por Ana Elena Barroso
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