En la “Marcha Por la Vida” que se realizó en la Ciudad de
México el día del niño, durante la celebración de los 10 años de la
despenalización del aborto en esta ciudad, miles de personas se reunieron para
expresar su apoyo a la protección de la vida y a proponer medios de apoyo a las
mujeres en situación de desamparo que se ven orilladas a buscar soluciones en
la muy mal llamada INTERRUMPCION LEGAL DE SU EMBARAZO (ILE), que
desencadena la muerte de un ser vivo: el bebé. En el curso de la marcha nos
encontramos con una imagen impactante que ilustró cómo esta solución ha sido
metida con calzador a nuestra cultura mexicana.
La marcha comenzó simbólicamente en el Jardín del Arte donde
se encuentra el “Monumento a la Madre”
cerca del centro de la ciudad. Al observar el enorme monumento de cantera que representa una madre
de pie sosteniendo entre sus brazos a un niño pequeño, pudimos observar que a
los pies de la escultura de Luis Ortiz
Monasterio se encontraban dos placas de metal con dos frases. Llevados por la
curiosidad nos acercamos y vimos que eran placas de diferente origen y tiempo,
pues la letra es distinta y el desgaste del tiempo de una de ellas es mayor. Y
no solo eso, sino que sus mensajes eran mutuamente excluyentes y el más moderno
trata de acotar lo que el primero transmite:
Más intrigados aún por el significado contrastante de ambas
placas , averiguamos un poco de su historia para entender por qué estaban
juntas cuando expresaban dos mensajes diferentes sobre la maternidad.
La placa original de este monumento es el que está en la
parte superior que se colocó el 10 de mayo de 1949 durante la inauguración, promovida por el periódico Excelsior. El
que resultó agregado fue el de la parte inferior, cuarenta años después, en
agosto de 1991, por el movimiento feminista, durante las celebraciones de la
Delegación Cuauhtémoc. (1).
Desde entonces la segunda placa ha sido causa de controversias
y ha sido destruida en varias ocasiones. La primera vez tan solo tres años
después de ser colocada, pero se hizo una nueva placa que se agregó en 1994.
Después en 1997 fue destruida de nuevo mientras se construía el estacionamiento
subterráneo que se encuentra en ese lugar. Ese mismo año, Esperanza Brito de
Martí, periodista y feminista mexicana, logró que se volviera a poner una placa
de mayor tamaño. (2)
Estas circunstancias explican mucho de lo que, a simple vista,
pareciera un error de colocación, pero que resulta ser una intencionada alteración del monumento
simbólico de la cultura mexicana, donde la madre es central y su naturaleza de
acogida un elemento de unión y sostenimiento de las familias.
De la misma forma, en muchas otras áreas, nuestra cultura ha
sido alterada intencionalmente con elementos de ideologías extranjeras que
tratan de imponer sus formas de resolver problemáticas sociales a nuestras
comunidades. Tal vez con una buena intención de ayuda a las mujeres que se encuentran
en problemas, pero que no han respetado sus raíces culturales y forma de vida ni
valores importantes, igual que no respetaron el valor cultural del monumento
del pueblo.
Esta intrusión burda e irrespetuosa produce el mismo efecto
que brinca en el “Monumento de la Madre” alterado: Una contradicción y
contraposición de mensajes que en vez de sumar y mejorar la situación de las
mujeres, las pone entre las espada y la pared, rasgándolas internamente al
tener que decidir entre sus creencias y valores o alcanzar una solución rápida
y fácil: el aborto.
Por: Ana Elena Barroso
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