Para muchos jóvenes, no parece fácil hablar de matrimonio, pareciera que no tienen en entre sus prioridades casarse, quizá, por rehuir al compromiso, quizá por tener altas y diversas expectativas. Quizá ambas o alguna otra….
La verdad es que los jóvenes que llegan al matrimonio son siempre menos.
Esto es un hecho: los jóvenes ¡no quieren casarse!
¿por qué los jóvenes no se casan? ¿Por qué a menudo prefieren
una convivencia y tantas veces “a responsabilidad limitada”?
¿Por qué muchos –
también entre los bautizados – tienen poca confianza en el matrimonio y en la
familia?
Es importante tratar de entender, si queremos que los jóvenes puedan
encontrar el camino justo para recorrer. ¿Por qué no tienen confianza en el
matrimonio?
El propio ritmo de vida, les lleva a romper vínculos con mayor frecuencia y rapidez. Muchos jóvenes son llevados a renunciar al proyecto mismo de un vínculo irrevocable, de un matrimonio, de formar una familia para toda la vida. Creo que debemos reflexionar con gran seriedad sobre el porqué tantos jóvenes “no sienten” casarse.
Existe esta cultura de lo provisorio…todo es provisorio, parece que no hay algo definitivo.
De igual manera alegan dificultades económicas, si bien estas
son realmente serias. Muchos consideran que es prioritario “tener bienes
materiales” antes que bienes afectivos.
La emancipación y empoderamiento de mujer. La mayor participación de la mujer fuera de casa, ha dejado “vacante” su lugar en el hogar. Que de hecho es insustituible, por propia naturaleza y “perfil de puesto”; mucho más valioso, satisfactorio y formativo para la sociedad, que la participación fuera de casa.
¡Solo imagínate…que más satisfactorio que ser gestadora, formadora y forjadora
de la humanidad entera! ¡Cada persona humana es educada por su propia madre,
transmitimos cultura, pensamiento y razón, esto es trascendental! ¡Debemos
defender a las mujeres, de las propias mujeres! En realidad, casi todos los
hombres y las mujeres querrían una seguridad afectiva estable, un matrimonio
sólido y una familia feliz.
La familia está en la cima de todos los índices de agrado entre
los jóvenes; pero, por miedo de equivocarse, muchos no quieren ni siquiera
pensar en las bondades de un matrimonio; no obstante, aún cristianos, no
piensan al matrimonio sacramental, signo único e irrepetible de la alianza, que
se transforma en testimonio de la fe.
Quizás, precisamente este miedo de fracasar es el más grande obstáculo para acoger la palabra de Cristo, que promete su gracia a la unión conyugal y a la familia.
El germen cristiano de la igualdad en dignidad y
complementariedad entre hombre y mujer, hoy debe traer nuevos frutos. El testimonio
de la dignidad social de la institución del matrimonio y la familia, se hará
persuasivo precisamente por el camino del testimonio que atrae, el camino de la
reciprocidad entre ellos, de la complementariedad entre ellos. ¡Sobre todo, del
amor generoso y de donación entre ellos!
Por: Victoria Mijares
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