La Iglesia católica recuerda y
venera, en este día, a todos los Santos que están en el Cielo.
El objeto de esta fiesta es
agradecer a Dios por la gracia que ha concedido a sus elegidos y movernos a
imitar sus virtudes y a seguir su ejemplo o a implorar la divina misericordia
por la intercesión de tan poderosos abogados.
Todos los que están en la
presencia del Señor son santos. Unos en los altares, otros anónimos pero no por
eso menos cerca del corazón del Padre Eterno.
Hay santos de todas las
edades, de todas las razas y condiciones sociales para mostrarnos que todos los
hombres y mujeres podemos y somos capaces de ser santos. Unos nacieron en el
lujo de los palacios y otros en humildes
chozas. Unos fueron militares, otros comerciantes, magistrados,
pescadores, monjas, religiosos, personas casadas, reyes, viudas, esclavos y
hombres libres y pecadores.
Los hay que llegaron a la
santidad por el martirio y los hay que se santificaron día a día con el
cumplimiento de las cosas cotidianas, con las pequeñas cosas. Se santificaron
en las circunstancias ordinarias de su vida: lo mismo en la prosperidad que en
la adversidad, en la salud o en la enfermedad, en la riqueza o en la pobreza
.Siempre supieron hacer, de las
circunstancias de su vida un medio de santificación.
En esta fiesta como en las
demás conmemoraciones de los santos ,es Dios
quién constituye el objeto supremo de Adoración y a El va dirigida
fundamentalmente la veneración que tributamos a sus siervos, pues El es el
dador de todas las Gracias.
Nuestras oraciones a los santos
no tiene otro objeto que el de pedir y alcanzar que intercedan por nosotros
ante Dios, por consiguiente el fervor con que celebremos esta fiesta debería
ser un culto de reparación por la tibieza con que dejamos pasar todas las
fiestas religiosas del año.
Recordaremos a todos los seres
queridos que se han ido y que por la gran misericordia y el amor infinito de
Dios están en su presencia y pidámosles que ellos que ya están en el regazo de
Padre, nos iluminen para seguir por el camino de salvación.
Mañana, día 2, la Iglesia
pedirá por todos los que ya no están con
nosotros por ser un día dedicado a los que terminaron su misión en la tierra y
que la Iglesia le da el nombre de DÍA DE LOS FIELES DIFUNTOS y que todos
conocemos como el Día de Muertos.
Para ellos, nuestro recuerdo lleno de amor y nuestras oraciones .Tal vez
no todos han purificado su alma y aún están en la necesidad de nuestras misas y
oraciones para llegar a la presencia del Señor pero de todas maneras es bueno
que no olvidemos y pidamos por aquellas almas más necesitadas porque tal vez no
tienen a nadie que en este día las recuerde....
Sin duda, porque así nuestra fe
nos lo dice, creemos que los que se nos fueron, no han muerto, siguen viviendo
con las potencias de su alma, memoria, entendimiento y voluntad, y por lo tanto
su amor sigue haciéndolos estar cerca de nosotros para cuidarnos y guiarnos con
más plenitud y profundidad que como lo pudieron hacer aquí en su vida terrena.
La vida no termina al separarse el alma de su envoltura ... no morimos, nos
transformamos y el amor perdura por
siempre, eternamente.
Por: MARÍA ESTHER DE ARIÑO
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