No nos podemos quedar indiferentes al saber que
millones de hombres redimidos, como nosotros, por la Sangre de Cristo, viven
aún sin conocer a fondo el amor de Dios. Es el mandato de Cristo cuando vino a
la Tierra.
La Iglesia católica es misionera por
naturaleza y por lo tanto la evangelización constituye un deber, un derecho y
una obligación de cada uno de sus miembros que somos nosotros los fieles.
El Señor nos llama a compartir con otros los bienes que poseemos,
en primer lugar el tesoro de la fe, que no podemos considerar un privilegio
privado sino un Don que hemos de repartir con aquellos que no lo han recibido
todavía.
De esto se beneficiará también la fe
misma, ya que esta se fortalece dándola.
"Recibiréis la fuerza del Espíritu
Santo, que vendrá sobre vosotros y seréis mis testigos en Jesuralén, en toda
Judea y Samaria y hasta los confines de la Tierra" (Hech, 1,8).
Las necesidades materiales de las
Misiones son muchas y aumentan cada día. Los sacrificios económicos y
generosidad de los fieles son indispensables para construir esa
Iglesia-Misionera y testimoniar la caridad.
"La esperanza cristiana nos sostiene
en nuestro compromiso a fondo para la nueva evangelización, para la misión
universal y nos lleva pedir, como Jesús
nos ha enseñado: - "Venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como
en el cielo" (MATG, 1O) (RM, 86)
Los sacerdotes tienen un arduo y
escarpado camino a recorrer para darle a los fieles la enseñanza clara, valiosa
y concreta de las verdades de la fe.
Trabajo sin tregua ni descanso les pide nuestro Papa FRANCISCO a la Iglesia , la Iglesia que somos nosotros,
aunque no seamos sacerdotes y nos corresponde a todos y cada uno extender el
Reino de Cristo y llevarlo con nuestro testimonio a donde quiera que vayamos.
Este domingo dedicado a las Misiones
vamos a hacer un esfuerzo en nuestra economía y vamos a dar lo más que podamos
con el ánimo alegre y generoso, sabiendo que esa aportación servirá para esos
misioneros que están en tan lejanas
tierras dando su vida, llena de dificultades, necesidades, y gran soledad, con
el amor de llevar "hasta los confines del mundo" la palabra de fe y
esperanza en el conocimiento de Dios.
Necesitan de nuestras oraciones....
¡oremos por ellos, no los olvidemos!, pero también vamos a ayudar con lo que
podamos, con mucha generosidad, porque son inmensas sus necesidades materiales
cuando están al frente de una misión perdida en lejanas tierras, con
personas enfermas y con muy pocos recursos.
De esta manera, con todas nuestras
comodidades, podemos
sentirnos .... " un poco misioneros también
".
Por: MARÍA ESTHER DE ARIÑO.
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