LA VIDA: UN ADVIENTO PARA LA PRÓXIMA VENIDA DEFINITIVA DE JESÚS.


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Estamos en tiempo de Adviento. Es el tiempo santo de preparación que la Iglesia  Católica celebra desde el principio de los cuatro domingos anteriores a la Navidad.

        Siempre que vamos a tener un gran acontecimiento en nuestras vidas, nos preparamos. Así se preparaban en los tiempos antiguos para la llegada del MESÍAS.

       Así  nosotros hemos de prepararnos para esta Nochebuena, para esta Navidad en que celebraremos la llegada del Niño-Dios.

       Esto es una conmemoración pero también se nos pide una preparación muy especial para la segunda llegada de Jesucristo como Supremo Juez, también llamada Parusía en la que daremos cuenta del provecho que hayamos sacado de su Nacimiento y de su muerte de Cruz.

         El día en que hemos de morir es el acontecimiento más grande e importante para el ser humano. No resulta  agradable hablar de ello ni pensar en esto. Tal vez por ser lo único cierto que hay en nuestra vida: la muerte. Es más agradable quedarnos en la fiesta, en la alegría de una hermosa Navidad.
 
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        Pero no olvidemos que este episodio ya fue. El otro está por venir. Aún no llega, pero ... llegará. "Velen, pues, y hagan oración continuamente para que puedan comparecer seguros ante el Hijo del Hombre"- estas son las palabras  de Jesús a sus discípulos, en aquellos tiempos según San Juan 21, 25-28,34-36 y nos las están repitiendo continuamente en nuestro presente.

        Dejemos de poner nuestro corazón en las cosas pasajeras y pensemos más en los bienes eternos. ¿Quién podrá comparecer seguro ante el Hijo del Hombre?.Tan solo el pensamiento de este Juicio nos hace estremecer.

        Pero recobremos la esperanza sabiendo que seremos juzgados con gran misericordia y amor  si en este tiempo de Adviento nos preparamos " rebosantes de amor mutuo y hacia los demás" -como dice San Pablo en su carta a los tesalonicenses: 3,12, 2-4 " porque tuve sed y me disteis de beber, porque tuve hambre y me disteis de comer"...

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        Pensemos en los demás. Olvidemos en este tiempo de Adviento nuestro pequeño “mundo” y volvamos los ojos a los que nos necesitan, a los que nada tienen, a los que podamos hacer felices dándoles nuestra compañía, nuestro amor y apoyo, una palabra de ternura, de aliento, una sonrisa… Siempre está en nuestra mano hacer feliz a un semejante. Solo así podremos estar seguros ante la presencia y el Juicio de Nuestro Señor Jesucristo, que lleno de amor y misericordia unirá a nuestras pobres acciones los méritos de su Pasión y Muerte.      
 
Por: Maria Esther de Ariño
   

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