UN AÑO MÁS DE BAGAJE EMOCIONAL FAMILIAR Y CÓMO EMPEZAR UN AÑO NUEVO.



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“¡Cuántas familias divididas por no perdonar y reconciliar…cuántas familias!

Hijos alejados de sus padres, hermanos que no se hablan, marido y mujer alejados… Es tan importante pensar en esto: si yo quiero recibir el perdón por mis faltas u omisiones, debo primero disculpar cuando me falten o afecten con una acción. Si solo quiero el perdón de mis ofensas, significa que no he entendido qué cosa significa que el Señor me haya perdonado.




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El perdón y la reconciliación son términos con significados diferentes pero que se complementan mutuamente.
 
Con el perdón pretendemos deshacernos del sentimiento de culpa, mientras que con la reconciliación buscamos la calma, la paz, el sosiego..., pretendemos recuperar, tanto con nosotros como con los demás, aquello que perdimos como consecuencia del daño que hicimos.

El perdón es un proceso individual, que requiere de un trabajo psicológico y moral, donde se superan sentimientos como el resentimiento, el juicio negativo o la indiferencia hacia quienes nos han hecho daño, y afloran sentimientos como la compasión, la generosidad y el amor hacia el ofensor.

La reconciliación supone recobrar las relaciones, por tanto, ya no es un proceso individual, implica un acercamiento voluntario de las partes antes en conflicto, que buscan conectarse de nuevo.


A diferencia de la reconciliación, el perdón apela a la empatía, a la capacidad de ponerse en el lugar del otro para que se gesten conductas proactivas y disminuyan las agresivas. la función reparadora de la reconciliación va más allá que dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causaron dolor o enojo, hasta recuperar la relación filial, el vínculo afectivo.

Cuando perdonamos y nos reconciliamos recuperamos la calma, nos quitamos un peso de encima que nos alivia y nos devuelve la paz.
 
 

Resultado de imagen de PAREJA PLATICANDOMuchos problemas familiares, se evitarían si fuésemos capaces de saber perdonar y llegar a la reconciliación. Cuántos matrimonios se salvarían si supiésemos aceptar las disculpas de la pareja o si realmente nos arrepintiésemos de los errores que cometemos. Pues de este ejemplo estaríamos enseñando a nuestros hijos.

Perdonar y reconciliar es hacer actos de amor a favor de muchas personas Perdonar y reconciliar es dar otra oportunidad y buscar recobrar la confianza Es proyectarse al futuro sano y dispuesto a tener sentimientos superiores Es tener herramientas de vida para enfrentar las próximas ofensas



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Lo contrario al perdón es el rechazo. Este casi siempre trae consigo aislamiento, amargura y un fuerte distanciamiento. Un joven les escribió a sus padres con el propósito de informarles acerca de la decisión que había tomado de casarse con el consentimiento de ellos o sin el. Puede ser que este joven haya sido bastante terco e insensible, pero aun así la carta que recibió en respuesta de su padre, lo dejó sin aliento. Decía: «No te preocupes por invitarnos a la boda; ya no tenemos hijo». Reaccionar hiriendo de esta forma, puede atentar indefinidamente contra la unión familiar.

Es posible que sea difícil pedir perdón a alguien que lastimó o lastima demasiado, pero hacerlo es algo que libera el camino para la reconciliación.


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Todos tenemos algo de ofensores y algo de ofendidos, guardamos heridas del pasado y las hacemos presentes, satanizamos a personas y nos llenamos de prejuicios haciendo que no veamos a las personas como son sino a través de las heridas. Perdonar empezando por las personas que han causado pequeñas heridas y luego a aquellos que han causado heridas más grandes.

Debemos procurar hacer de nuestro hogar el mejor lugar para vivir y un refugio emocional al que todos deseamos llegar. Debe ser el espacio donde cada uno de sus miembros pueda expresar amor y cuidado mutuo, donde se respeta la individualidad y la dignidad de los demás, y donde se procura y potencia el desarrollo integral de cada uno en particular.

Proporcionemos confianza y seguridad a la relación familiar. Protejamos la certeza de que estaremos juntos en las buenas y en las malas, que existe la libertad para expresar desacuerdos y que siempre habrá un espacio para la reconciliación.
 Por: Victoria Mijares

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