Hablábamos
la semana pasada del entrenamiento que necesitamos para seguirle el paso a
Jesús acompañándolo en esta Cuaresma de
camino a la Pascua. Resumiendo: tenemos que ponernos en forma para podernos
unir a Él como discípulos.
Por
lo mismo, esta Cuaresma debemos tener nuestra hoja de ruta por escrito con los
propósitos que
nos
hemos propuesto cumplir diariamente. Y puesto que ya sabemos que la Cuaresma es el tiempo adecuado para incrementar
la oración, el ayuno, el sacrificio y la caridad, para desprendernos de lo que
nos impide la conversión, debemos ejercitarnos diariamente.
( Por cierto, la
conversión no es un cambio inmediato y radical de vida, reservada para unos pocos
como San Pablo, por ejemplo. Es más bien una reorientación de nuestro camino de vida, para seguir el camino de
Cristo, que siempre está pendiente de nosotros. Él es nuestra brújula.)
Y
ahora si anotemos nuestros propósitos. Sólo ponemos algunos ejemplos, pero
seguro que ustedes podrán ser mucho más creativos para caminar al ritmo de
Jesús.
Para
incrementar la vida de oración, de relación amorosa con el Padre, siguiendo a
Cristo.
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Tener
la Biblia para que la podamos leer.
Å
Definir
la hora y el lugar en que voy a orar
diariamente, de manera personal, y si es posible ponernos de acuerdo en familia
para meditar el Evangelio.
Å
Tener
señalado de manera previa el o los versículos sobre los que voy a meditar.
Å
Escribir
todos los días lo que descubro de Cristo en el Evangelio y lo que me quiere
decir con ello, sacando de esto lo que tengo que trabajar más en mi vida.
Å
Contemplar en oración el Vía Crucis por lo menos una vez
en la semana.
Å
Asistir
si es posible a Misa diariamente durante estos cuarenta días
Para
cumplir con el ayuno, al modo de Cristo.
Å
Tener
claro que no es dejar de comer como un acto masoquista. El ayuno es para darnos
la oportunidad de voltear a ver las necesidades de los demás y compartir con
ellos mis alimentos. Para ello, como nos dice el Papa, hay que detenerse, mirar
y volver, aquí sí de manera literal.
Å
Dominar
nuestro cuerpo como discípulos de Cristo, para tener la oportunidad de buscar
las cosas de arriba.
Å
Definir
qué es lo que más nos gusta comer, y justamente porque nos gusta, dejarlo.
También dicen por ahí que podemos dejar de comer prójimo con chismes, rumores y maledicencia.
Para
sacrificarnos como un modo de imitar a Cristo.
Å
Buscar
mi defecto dominante, porque es ahí donde más debo sacrificarme.
Å
Hacer
actos que contrarresten por ejemplo mi soberbia, o mi egoísmo, o mi
sensualidad. Eso sí que cuesta, por lo tanto es un sacrificio.
Å
Proponer
en concreto que es lo que voy a hacer para sacrificarme todos los días.
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Perdonar
a veces es un sacrificio, porque exige de mí un corazón como el de Jesús.
Para
vivir con el corazón en la mano, que es la caridad misericordiosa.
Å
Otra
vez escuchar lo que nos dice el Papa Francisco: detenerse, que es hacer un alto en mi diario caminar para no pasar
de largo ante las necesidades de los demás; mirar,
que en este caso sería observar y analizar qué es lo que otros necesitan de mí;
y volver los pasos que sean
necesarios para ofrecerles mi apoyo.
Å
Habiendo
realizado estas tres condiciones, definir día con día, qué es lo que voy a
hacer concretamente yo en lo particular.
Å
Formar
un grupo familiar que se distinga por la caridad en que viven y por acercarse a
los que más los necesitan de forma organizada y
cálida, llevándoles la buena noticia de que Dios los ama y Jesucristo es
nuestro hermano, al que estamos tratando de imitar para llegar a la Pascua
eterna. No olvidemos que evangelizar es amar.
Å
Acercarme
a mi parroquia ofreciéndome como discípulo voluntario, como misionero en
salida, para mitigar las necesidades de
las personas de la comunidad.
Aprovechemos
en estos 40 días este método práctico
para “ponernos en forma”. Todo entrenamiento exige arrojo del que quiere salir
adelante en el ascenso a la cima, y si lo que intentamos es ser discípulos de
Cristo, nuestro Maestro, el atrevimiento vale la pena. ¡Ánimo! Tú encárgate tan solo de “entrenarte”
todos los días, y Dios se encargará de que tu esfuerzo no sea inútil.
Por :Dulce
María Fernández G.S.
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