Llegó
la Semana Santa. Los lugares de recreo y diversión se han llenado
pero también ha habido muchas familias que no pudieron salir...
(porque si no alcanza para la leche menos para ir de paseo) y otras
muchas se fueron, no solo a dar sino a darse en las Misiones que se
organizaron para los pequeños pueblos de toda la República y otras
estuvieron en los actos y Oficios que en cada Parroquia se han
llevado a cabo en estos días. Días santos, días especiales, muy
particularmente el Jueves Santo, el Viernes Santo y el Sábado en la
madrugada del Domingo de Resurrección.
Y
el Viernes Santo, nos presenta a un hombre azotado, escupido,
burlado, martirizado y clavado en una cruz para morir. El Hijo de
Dios muere, tiene sed, se asfixia en un horrible suplicio y le dicen
que si es Dios que se baje de la cruz.... pero Jesús sigue allí,
clavado de pies y manos y nosotros le pedimos lo contrario, ¡qué no
se baje de la cruz!...¿Qué haríamos con una cruz sin Cristo? ¿Cómo
podríamos llevar nuestras cruces de cada día?¿Cómo podríamos
aceptar nuestras penas, nuestras enfermedades, todos los grandes
dolores y pruebas por las que pasamos los seres humanos si no tenemos
un Crucificado al que mirar, al que abrazar para sostenernos? Lo
necesitamos a sí y El lo sabía y se quedó así para morir, para
ayudarnos a aceptar la voluntad del Padre igual que lo hizo El.
El triunfo de la VIDA sobre la muerte y el pecado.
Con la Resurrección de Cristo sabemos que la muerte es tan solo un
tránsito, un paso a lo que realmente es la vida ya que la vida
terrenal es un continuo morir. Solo muriendo alcanzaremos la
verdadera VIDA, LA VIDA ETERNA.
El
centro de nuestra Fe, de nuestra religión católica se basa en esta
verdad deslumbrante:- ¡Cristo vive, Cristo ha resucitado, aleluya!
Para
todos los que celebramos, llenos de gozo, la Pascua y con ella la
RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO, ¡ MUCHAS FELICIDADES !.
Por: MARÍA ESTHER DE ARIÑO.
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