No
quisiéremos que este fuese el tema que nos ocupa .Quisiéramos
escribir sobre cosas hermosas, que las hay, no cabe duda, pero a
veces quedamos tan impactados de ciertas realidades tan dolorosas y
tristes que de noche y de día nos persiguen y es casi una catarsis
el decir algo sobre ellas.
Para
ello y en esta ocasión nos vamos a referir al comienzo del admirable
Salmo 23 : del Rey David :
“El
Señor es mi pastor, nada me faltará“.
"El
Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes praderas me hace
reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis
fuerzas”…
... pues bien parece que nos llega desde los Estados Unidos
la parodia de este Salmo para suplirla por la fatídica heroína…
“ La
heroína es mi pastor, de ella siempre necesitaré. Me conduce a una
dulce demencia, destruye mi alma. Me lleva al camino del infierno.
Aunque camino por cañadas oscuras a la sombra de la muerte, no temo
ningún mal, porque la droga está conmigo “.
No
voy a hacer comentario sobre esto, tan solo una profunda tristeza me
invade al escribirlo. Es tan solo una forma de alertar a los padres
para que estemos sumamente pendientes y vigilantes ante estos
vendedores camuflados en las cercanías de escuelas y universidades
para suministrar la droga hasta a los mas pequeños.
Nadie
que haya caído en la tentación de la droga se debe dar por vencido.
Hay muchos y muy buenos Centro de Rehabilitación. Con el apoyo y
comprensión de los padres, los hijos o hijas que se sientan
”enganchados” deben y pueden emprender el camino hacia la
libertad y la vida. Una vida limpia y gozosa del que ha roto las
cadenas de esa maldita dependencia. Mucho le ha de costar, mucha
voluntad, mucho esfuerzo pero merece la pena. Es algo a si como
resucitar. Es volver a la vida con la alegría de una juventud o algo
más de años…. sana, con la satisfacción del ganador, con un
horizonte abierto a la esperanza de una autoestima cada día mayor.
David,
fue un hombre como nosotros, lleno de debilidades y grandes pecados
pero supo acudir a Dios y con humildad se entregó a El y Dios lo amó
y lo abrazó como al hijo pródigo. Nunca es tarde para empezar. Dios
no tiene límites en su perdón pero a nosotros nos toca el saber
diferenciar el bien del mal y no vivir confundidos en una conciencia
desorientada o depresiva que no alcanza la fuerza ni el valor para
emprender el vuelo hacia el camino de la verdadera libertad y, por
tanto, de la felicidad tan anhelada por una vida mejor.
Por: MARÍA ESTHER DE ARIÑO.
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