En
estos últimos días
la atenci[on de los medios se ha concentrado de nuevo en casos de
sacerdotes pederastas. Esta vez en Estados Unidos. La gravedad de las
acusaciones, de los encubrimientos
y el horror de los
delitos
cometidos nos
mueve a escribir sobre
esto, siempre guiados por la luz de nuestro Pastor,
el Papa
Francisco., que al enterarse de los nuevos juicios y de las
acusaciones que
miembros de la misma curia hacen
hacia su persona, dió una contestación sopesada de la siguiente
manera:
“Leí esta mañana ese comunicado de Viganò.
Digo sinceramente questo: léanlo ustedes atentamente y hagan su
juicio personal. Yo no diré una palabra sobre esto. Creo que el
documento habla por sí solo. Ustedes tienen la capacidad
periodística suficiente para sacar conclusiones, con su madurez
profesional”. (1)
Su
postura es , a la
vez , prudente y abierta al dejar que los
medios sean los que hagan la evaluación de los hechos. Y nos unimos
a su petición, pidiendo a los medios que entren hasta las raíces
más profundas de este mal que a tantos menores ha destruido, y no
solo dentro de la Iglesia Católica donde el porcentaje de casos es
mucho menor, sino también en las iglesias protestantes y otras
religiones, y aún mínimo ante la incidencia en las escuelas y los
ambientes domésticos e inclusive el mismo Hollywood. Y que logren
ventilar todos los hechos de corrupción y encubrimiento en todos
ellos. (2)
Sobre
todo vemos la necesidad de insistir
a los comunicadores de poner en contexto y perspectiva las
proporciones y los números de estos delitos abominables que se dan
en todos los ambientes. Por el bien de toda las comunidades, y para
que las medidas preventivas se apliquen ya en todos ellos.
También
que no se detengan ante los descubrimientos de hechos “políticamente
incorrectos” dentro de los reportes realizados por los tribunales
de Pensilvania donde se llevan los casos, y decidir si tienen la
valentía de hacerlos públicos. Estamos hablando del hecho de que la
gran mayoría de los casos se trató de victimas varones adolescentes
y de actos homosexuales.
Es
decir, que la gran mayoría de los responsables eran hombres
homosexuales efebófilos dentro de la Iglesia. (3)
¿Tendrán
la valentía de presentar los hechos que los números revelan? Y
hacer ver que se necesita una transparencia mayor en el señalamiento
de culpables y razones? Sus lectores tiene el derecho de saber toda
la verdad y no ocultar aquello que es esencial para entender el
problema y evitar su reincidencia.
La
entrada de estos hombre homosexuales a los seminarios en los años
60s principalmente, durante la revolución sexual, y su permanencia
dentro de la Iglesia ha causado heridas y cicatrices indelebles en
los fieles.
La Iglesia ha cargado con los pecados de sus hijos homosexuales y
ahora da la cara por ellos , y hasta
erroneamente, algunos de sus miembros los han encubierto.
(4)
El
compromiso de los medios con la verdad puede ser un gran sanador de
todo este mal, y puede llevar a que todas las comunidades donde se
desarrollan los ni;os y adolescentes se conviertan en ambientes
seguros para ellos. Por el contrario,
su parcialidad puede dejar las raices de estos abusos intactos
y creciendo a la sombra de una correcciónn
política que no
acepta señalar los errores de minorías
poderosas e influyentes de hoy.
Por
Ana Elena Barroso
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