Se
está terminando el mes de noviembre. Ese mes en el que hemos vivido
más profundamente el recuerdo de los seres queridos que ya no están
con nosotros. Noviembre es un mes que se nos antoja verlo vestido de
gris con flores amarillas de cempasúchil, parpadeo en las velas de
luz estremecida, pan de muerto, calaveras de azúcar y de profundas e
inolvidables tradiciones.
Y
con una rapidez que nos deja confusos y sorprendidos, está ante
nosotros el mes de diciembre. ¡ Qué cerca tenemos, qué presentes
están aún los festejos navideños del año pasado ! ¿ Cómo ha
podido correr tanto el tiempo ? ¡ Cómo se nos han escapado esos
meses, esas horas ya vividas, casi sin darnos cuenta! ¿Serán las
prisas, será el sistema de vida que no nos deja reposar? ¿Será ese
ajetreo cotidiano con un “ tiempo” que no nos alcanza para nada?
¿Cuánto hace que no tenemos un “rato” para oír esa música
que tanto nos gusta, para leer ese libro que compramos con tanta
ilusión porque nos dijeron que era estupendo y está sin que ni
siquiera lo hayamos hojeado ?…
Y
aún peor, ¿ cuánto hace que no dialogamos en paz y serenamente con
nuestro esposo o esposa, con nuestros hijos o nietos, con esos amigos
que al encontrarnos decimos siempre : - “.¡ A ver cuando nos
vemos, a ver si un día de estos…”.
Nada, nada de eso hemos
podido hacer y el tiempo ha pasado sin detener su marcha dejándonos
un poco vacíos de tantas cosas que “ queríamos hacer”… Es
cierto que vivimos en una ciudad que nos llena de estrés, de
incomodidad en los largos trayectos que hemos de recorrer
diariamente, si, estamos llenos de irritabilidad, de presión, muchas
veces de angustia por la gran inseguridad porque aquí nos tocó
vivir… pero precisamente por eso hemos de ir buscando la manera de
sosegarnos, de darle a nuestra diaria existencia el control de la
serenidad, de la alegría, de evitar a toda costa los pensamientos
negativos que tanto daño nos pueden llegar a hacer. Buscar en
nuestro entorno el rodearnos de personas fáciles, no conflictivas,
amables, optimistas, tratar de ser en la familia la roca fuerte, el
pilar firme que de seguridad, el apoyo para un buen consejo
procurando tener siempre, aún a costa de nuestros intereses, “ un
tiempo” para detenernos a mirar los ojos de esas personas que nos
necesitan, sean grandes o chicas, desde el nieto o la nieta hasta el
abuelo o la abuela, pasando por los padres, esposos, los hijos, los
familiares y los amigos.
Ya
vemos que el tiempo nos ha ganado la partida. En este “juego de la
vida” si no llegamos a tiempo él se encargará de dejarnos vacíos
de todo aquello que siempre planeamos pero nunca se cumplió por
dejarlo en simple proyecto.
El
mes que vamos a comenzar está a la puerta. Sabemos que es un mes
hermoso por su significado, el NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS, que se
hace hombre para mostrarnos el CAMINO hacia la CASA DEL PADRE, y es
por ESO por lo que celebramos, pero difícil por los gastos, por las
carreras, por el “acelere” que representan las compras. Por todo
eso hemos de prepararnos planeando con tiempo las cosas que queremos
hacer pero sobre todo tener el ánimo cordial y sosegado. Armonía y
Comprensión es el mejor regalo. También recordar que en todo lo que
preparemos, si buscamos la sencillez, lo natural sin sofisticaciones
ni alardes, nos dará el mejor resultado y, sobre todo, hasta el
detalle más insignificante llenémosle de amor. De amor y de
alegría, de paz y de buena voluntad.
Por: MARÍA ESTHER DE ARIÑO.
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