Nos está
tocando vivir días inquietantes de atmósfera cargada, no solo por
la contaminación, sino por tantos rumores encargados de
desestabilizar al país y con él a sus habitantes.
Nada tan
nocivo como un bulo que empieza como chispa de un lugar oscuro en
corazones perversos, en bocas malsanas que traman asustar, inquietar
y destruir la paz y confianza de los hombres que con el esfuerzo
cotidiano buscan dar empuje y un buen rumbo al país.
Seamos
sensatos y ecuánimes y no demos pábulo a tantos rumores que no
sirven para otra cosa que para empeorarnos y crear barullo y
desconfianza convirtiendo en caos la vida que ya de por si está
bastante difícil .
Nos
gusta “ el chisme” y si es amarillista, mejor. Nos gusta
saber, enterarnos de secretos para luego correr a contarlos, desde
luego, siempre corregidos y aumentados.
Muchas
personas caen en ese dañino y cruel juego… por eso nada nos
inspira tanta confianza como conocer y tratar a una persona que jamás
la oímos hablar mal de nadie, que no critica o que aún más,
siempre busca alguna palabra de excusa para la persona criticada o
busca la forma de justificar una u otra conducta.
Los
Mandamientos de Dios hechos, no para someter a los seres humanos a un
sinfín de negativas, sino para protegerlos y encauzarlos por el
sendero por el que por cumplirlos, encontraran la felicidad y de
quienes los rodean, contiene UNO en el que se nos pide : NO MENTIR, Y
NO LEVANTAR FALSOS TESTIMONIOS.
Nos
rodea el extremismo tanto en los crímenes como en la vida de las
personas… El mal trabaja, el mal no descansa…. Mientras las
buenas conciencias duermen… las fuerzas del mal maquinan asaltos,
robos, violaciones, rumores nefastos, asesinatos…. Y sabemos que
no siempre es con un arma de fuego con lo que se puede terminar una
vida. Es nuestra lengua la que puede herir, matar. Con nuestra
lengua se puede hacer que una persona pierda su puesto de trabajo, se
puede deshacer un matrimonio, se puede sembrar el odio entre
hermanos, se puede quitar la honra de una persona con la difamación,
con una calumnia… que una vez dicha es como AGUA DERRAMADA EN EL
SUELO, que aunque después se trate de recoger siempre quedará algo
que nos haga albergar el sentimiento de la duda. Es lo que el Papa
Francisco pide insistentemente a los periodistas, cesar el comentario
mordaz y ponzoñoso solo por el hecho de notoriedad.
Aunque
parezca extremoso el pecado de la difamación y la calumnia es pecado
grave, haciéndonos perder la gracia de Dios.
Tengamos
mucho cuidado de no propalar lo que nos cuentan, sobre todo si no nos
consta para nada el hecho en cuestión y seamos cuidadosos con la
honra y el buen nombre de los demás…. como nos gustaría que
hicieran con nosotros.
Por: MARÍA ESTHER DE ARIÑO.
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