Parece un tema trillado y puede que lo sea,
pero por muy trillado que esté, el daño y el mal se sigue dando en todas las
pantallas de televisión hogareña y no nos podemos dar por vencidos. Cada vez vemos con más
frecuencia, como si fuese un veneno dosificado lo que aparece en las pantallas,
que mata poco a poco, que destruye a si, sin hacer ruido, y que los padres
tenemos la seria y gran responsabilidad
de vigilar y de saber lo que aceptamos o desechamos para el mal o bien de
nuestros hijos.
Hemos de
estar alertas porque la intención retorcida que ofrece el mundo en películas y
caricaturas en la televisión al público
infantil, donde escenas de malvado refinamiento provocan la insensibilidad de los
pequeños a la crueldad, la violencia y la maldad, que pueden luego pasar a la
vida real.
Los psicólogos y sociólogos subrayan que el
problema es mucho más importante de lo que se cree y que la violencia y otros
comportamientos negativos mostrados por las películas y la televisión puede ser
una de las causas directas de la agresividad creciente de los menores en el
mundo entero.
En las manos
y en las conciencias de nosotros los padres, está la forja de las frágiles
almas de nuestros hijos, aún pequeños
evitando tanta suciedad y maldad que se le brinda abiertamente en todos
los medios de comunicación donde entran también
revistas, anuncios, y muchas
cosas más.
Guiar esas
almas y esas conciencias, que apenas están asomando a la vida, es algo muy
delicado y al mismo tiempo serio y profundo.
También en
nuestras conversaciones, los padres, hemos de tener extremo cuidado, pues los
niños, aunque parezca que no, siempre están alerta y escuchando lo que decimos
los mayores… Nunca hablemos mal de nadie,
pero mucho menos en su presencia, . Nunca hablemos de venganza, de odios, de
crueldades y tampoco nos burlemos de alguna persona delante de ellos. Si entre nosotros hay alguna divergencia de
opiniones y más si es sobre nuestro propio hijo o hija, respecto a deberes o
compromisos , siempre será en la intimidad, nunca delante de ellos.
Examinémonos
pues, y veamos si también nuestra manera es un tanto despreocupada en esos
puntos y tenemos que cambiar. Qué difícil la educación si a
los hijos los corregimos de una cosa y otra y luego les dejamos ver todo lo que
se les antoja y nos oyen platicar, mintiendo, murmurando o actuando con modales
agresivos y diciendo malas palabras … sobre todo cuando vamos manejando. Para
ellos, todo esto ha de ser un contrasentido, sumergiéndolos en un mundo de falsos conceptos y desorientación , ahora, precisamente cuando están empezando a forjar los cimientos
de los buenos modales y valores, de su conducta y su moral.
Por: MARÍA ESTHER DE ARIÑO.
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