En Febrero,
a partir del Sínodo sobre la Amazonia realizado en la ciudad de Roma en octubre
del 2019, el Papa Francisco elaboró una Exhortación Apostólica Postsinodal que
clarificó muchas de las controversias y suposiciones que sobre el sacerdocio y
la forma de llevar el Evangelio a esa zona virgen se habían levantado.
Sorprendiendo por su pleno concepto de Ecología que rebasa todas las ideas que
nos podemos imaginar al respecto, anclando la fe que debe ser transmitida al
magisterio de la Iglesia y retando a su propio clero a solucionar los problemas
de esa región a base de generosidad y testimonio, es decir, a base de santidad.
El Papa
comienza por ver la amplitud de la problemática que no solo es de
desforestación o pérdida de naturaleza, sino de des enraizamiento de personas y
culturas completas que migran por necesidad de 110 pueblos que habían pedido
aislamiento total voluntario. De ahí
encuentra la necesidad de plantear una Ecología Plena:
«un verdadero planteo
ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la
justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de
la tierra como el clamor de los pobres» [1]
De las
intervenciones en la zona, que han sido muchas, denota la forma abusiva y utilitaria
con que se usan y hasta abusan de estos lugares, de su naturaleza y su gente.
Inclusive pide perdón por la forma en que algunos de los primeros
evangelizadores cedieron ante este abuso y corrupción, pero subraya la labor de
muchos otros que dejaron sembrada la semilla de la fe.
A la luz de
lo expresado por los prelados de la zona, se detiene en reflexionar lo que el
Evangelio propone para esta situación: regirse por la cultura del encuentro con
el otro y reconocerlo como protagonista de las soluciones:
“Por esa
razón los Obispos del Ecuador reclamaron «un nuevo sistema social y cultural
que privilegie las relaciones fraternas, en un marco de reconocimiento y
valoración de las diversas culturas y de los ecosistemas, capaz de oponerse a
toda forma de discriminación y dominación entre los seres humanos» [24]
El peligro
de la homogeneización de estas culturas en esta época de globalización es
evidente y con ello la perdida de las raíces que protegen a familias y jóvenes
de vicios modernos. Una promoción sin invasión tanto natural como espiritual:
“El
asunto es promover la Amazonia, pero esto no implica colonizarla culturalmente
sino ayudar a que ella misma saque lo mejor de sí. Ese es el sentido de la mejor
tarea educativa: cultivar sin desarraigar, hacer crecer sin debilitar la
identidad, promover sin invadir.” [28]
Y recuerda
que su predecesor Benedicto XVI ya había denunciado el problema y había
propuesto un concepto novedoso, la ecología humana:
«Además de la ecología de la naturaleza hay una
ecología que podemos llamar “humana”, y que a su vez requiere una “ecología
social”. Esto comporta que la humanidad […] debe tener siempre presente la
interrelación ente la ecología natural, es decir el respeto por la naturaleza,
y la ecología humana»
Benedicto XVI
Pero no hay
que quedarse en el problema de la zona, la Ecología Humana debe transformar la
cultura global para que no cobije en sus costumbres voraces y consumistas que lleven al abuso de la naturaleza y del
hermano:
“No habrá una ecología sana y sustentable,
capaz de transformar algo, si no cambian las personas, si no se las estimula a
optar por otro estilo de vida, menos voraz, más sereno, más respetuoso, menos
ansioso, más fraterno. 59. Porque «mientras más vacío está el corazón de la
persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir. En este
contexto, no parece posible que alguien acepte que la realidad le marque
límites. […] No pensemos sólo en la posibilidad de terribles fenómenos climáticos
o en grandes desastres naturales, sino también en catástrofes derivadas de
crisis sociales, porque la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre
todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y
destrucción recíproca»[78]
Pero la
Iglesia no puede quedarse en el mensaje ecológico o social, pues no es una ONG
más, sino debe además llevar el anuncio de la Buena Nueva y de la amistad del
Señor que promueve y dignifica a cada persona con el mismo respeto a sus
culturas por medio de la inculturación:
“…que no desprecia
nada de lo bueno que ya existe en las culturas amazónicas, sino que lo recoge y
lo lleva a la plenitud a la luz del Evangelio.” [89]
En esa
inculturación se debe tener cuidado en el inconsciente deseo de comunicar la
propia cultura de los misioneros que la transmiten, “olvidando que no se trata
de imponer una determinada forma cultural, por más bella y antigua que sea.” Y
se debe de escuchar lo mucho que nos pueden enseñar de su concepto de “calidad
de vida” o de “buen vivir” que las culturas “modernas” hemos perdido:
“…los pueblos
indígenas amazónicos expresan la auténtica calidad de vida como un “buen vivir”
que implica una armonía personal, familiar, comunitaria y cósmica, y que se
expresa en su modo comunitario de pensar la existencia, en la capacidad de
encontrar gozo y plenitud en medio de una vida austera y sencilla, así como en
el cuidado responsable de la 19 naturaleza que preserva los recursos para las
siguientes generaciones. Los pueblos aborígenes podrían ayudarnos a percibir lo
que es una feliz sobriedad y en este sentido «tienen mucho que enseñarnos» [101]
Y nosotros
ayudarles a plenificar su relación con la naturaleza para llevarla a una
relación personal con el Dios vivo en la persona del redentor Jesucristo. En
este aspecto, ellos ya tienen “rasgos de catolicismo popular” derivado de las
antiguas misiones, que se pueden aprovechar sin apresurarse a calificarlo de
superstición, para encaminarlo a la plenitud de la Verdad Revelada.
El Papa
También toca el tema de la forma de hacer Iglesia en esa zona geográficamente
difícil y hace hincapié en aprovechar el capital humano que se tiene.
En este
punto reconoce el punto clave que ha mantenido la fe viva: las mujeres de las
comunidades. Esas mujeres que han sido transmisoras de la fe por generaciones
en diferentes actividades y labores laicales: anunciar la palabra, catecismo,
continuación de la piedad popular, organizar comunidades de oración y muchas
más. Otro pivote esencial son los pocos sacerdotes que hacen llegar la
Eucaristía lo más lejos que pueden, y como es importante que sean ellos los
portadores del Sacramento, el Papa urge a las órdenes y organizaciones
pastorales que ayuden a solucionar esa escasez motivando en sus sacerdotes la
generosidad necesaria para ir a esas tierras sedientas de Dios.
Por último,
ocupa unos renglones para recomendar que se viva una relación de cooperación en
el ambiente plurirreligioso que se tiene en esa zona, uniendo esfuerzos en
apoyar labores sociales de beneficio a la población y para la defensa de los
pueblos y sus necesidades humanas.
Al
finalizar su documento, el Papa se acoge a la Virgen María y encomienda la
Amazonia y los esfuerzos que sus pastores hagan para que sus habitantes
encuentren a Cristo en esa hermosa y fecunda parte de nuestro mundo.
Por: Ana
Elena Barroso
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