EL CRISTO DEL ESPACIO.

 

 

 

 

 

 

 

Con la recuperación del sueño espacial de llegar a otros astros, la presencia de hombres en lo infinito del cielo les ha hecho admirar y sentir la inmensidad y tamaño del universo y la pequeñez y vulnerabilidad del hombre e inclusive cuestionarse el origen de toda esa magnificencia al grado de que a algunos se han acercado a Dios.

No solo el espacio y la realización de su pequeñez los ha hecho pensar o reafirmar la existencia de Dios, también la compañía de nuestra Madre, a la que algunos de ellos se han aferrado para protección, llevándola clandestinamente o abiertamente hasta la estación espacial, donde todos los astronautas llegan al subir en los cohetes lanzados.

Sorprendentemente ha sido la sección rusa Zvedza de la estaciónespacial ISIS la que ha llevado la voz cantante en este sentido desde casi el principio de las misiones en  el año 2000, constituyendo sus objetos de piedad un tercio del total de los que han aparecido en la secuencia histórica de fotos tomadas en su interior. Ganando Cristo, la Virgen María y la Biblia, por largas temporadas, el lugar de honor al mismo Stalin y a los héroes espaciales rusos. (1)

 


A comparación de sus colegas rusos, los japoneses y europeos solo ponen banderines de futbol o de anteriores misiones. Sin embargo, los americanos se han visto más atrevidos al llevar en forma personal y privada una gran presencia dentro de la estación. Esta valentía se reflejó en el astronauta católico converso Mike Hopkins, que llevó al Señor mismo en la Sagrada Eucaristía en 2013. Usaba orar mucho tiempo frente a las 4 ventanas de la sección Cupola, que miran hacia la Tierra, y después tomar la comunión, sobre todo antes de sus caminatas espaciales.

 

 

Pero ya desde 1968, en la Luna, el Astronauta Buzz Aldrin hizo una celebración presbiteriana de comunión, y en 1994, dentro de la nave espacial que circulaba alrededor de la Tierra, el astronauta Sid Gutiérrez, ministro extraordinario de la comunión, dio la comunión a tres de sus compañeros. (2)

 



 Últimamente, los rusos ortodoxos no han dudado en poner en la parte más visible de su cápsula, a Cristo mismo y junto a Él, a la virgen María Madre de Dios de Kezan, y aún más todavía, tomarse fotos con íconos en sus manos del beato Sergio de Radonezh, fundador de una Iglesia en Lavra y San Serafín. (3)

 

Llama la atención que un grupo de científicos, acostumbrados a basarse en hechos comprobables para lograr las hazañas del espacio y de su propia sobrevivencia, vivan esta experiencia de encuentro con Dios mismo a través de la creación que los envuelve y les hace ver su fragilidad y dependencia. Lo que nos lleva a pensar que la ciencia y la fe no son mutuamente excluyentes, como nos han querido hacer creer en la cultura moderna donde Dios parece tener, cada día, menos cabida.

Deberíamos escuchar las voces de estos astronautas cuya experiencia científica y espiritual es inspiradora para todos los, que, desde la Tierra, miramos al Cielo tratando de encontrar respuestas a nuestro corazón y mente inquietas, que sin saberlo a veces, está buscando a Dios.

 

Por Ana Elena Barroso

 

(1)    https://issarchaeology.org/religious-life-on-iss/

(2)    https://www.catholicnews.com/services/englishnews/2016/for-catholic-astronauts-flying-to-space-doesnt-mean-giving-up-the-faith.cfm

(3)    https://issarchaeology.org/religious-life-on-iss-part-2/

 

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