La incidencia de la pandemia ha provocado una desesperanza generalizada entre las personas. Muchos han perdido a familiares y amigos y otros han visto mermado su sustento y el de sus familias. 2020 fue un mal año y tenemos puesta nuestra esperanza en el 2021. Pero mirando en retrospectiva, y sin minimizar el sufrimiento que han generado los efectos del COVID 19 en todo el mundo, hay datos que nos brindan un optimismo hacia el futuro:
Ésta es la mejor época de la humanidad y la tendencia histórica es que vamos a la mejora.
Los números no mienten… en los últimos diez años la mortalidad infantil en el mundo en desarrollo cayó en 25%, la expectativa de vida aumentó varios años y la pobreza extrema cayó de 18,2% a 8,6%. (1)
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La educación se ha expandido,la vacunación se ha ampliado y la democracia ha prevalecido y aumentado:
Entonces por qué no lo sentimos?
¿Será que, a pesar de todos los avances, tenemos un vacío que no hemos logrado llenar?...y que la vulnerabilidad de la pandemia nos ha hecho más evidente.
La manera en que medimos el progreso del mundo nos deja ver que el desarrollo material es tan central que, si se ve amenazado por algo, nos sentimos devastados.
Basta ver que los índices usados para medir el “progreso humano” contemplan muchas de las necesidades del hombre, pero sólo las materiales:
Se empezó hace décadas con el PIB (Producto Interno Bruto) que mide el progreso con el nivel productivo y económico. Luego se ha tratado de medir con el IDH (Índice de Desarrollo Humano) del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que usa la esperanza de vida, la educación o el ingreso per cápita. Y últimamente ya se han desarrollado métodos más completos como el IPS (Índice de Progreso Social ) entre notros, que contempla un horizonte más amplio y mide necesidades básicas, fundamentos de bienestar y oportunidades. (3)
Y, a pesar de estar correctos en medir los aspectos básicos para una vida digna, hace falta algo…
Falta algo…
Algo que nos haga poner toda nuestra existencia en una perspectiva más amplia, que evidencie lo pasajero de las desgracias materiales y la permanencia de nuestros seres. Eso que falta es la consideración del desarrollo integral o completo del hombre que incluye la faceta espiritual o interior de las personas. No la medimos, no lo consideramos, no lo desarrollamos. Por eso, a pesar de todo el avance medido, nos sentimos en la peor época de la humanidad.
La
espiritualidad desarrolla eso que tanto nos hace falta hoy:
descubre el sentido
de la vida, nos hace comprender la vida propia y la de los demás, re significa
todo lo que se vive, se padece o se goza, el presente, pasado y futuro y da una
autoimagen más completa de nosotros mismos. Además de cultivar el deseo de
superación y educación, aumentar la cpacidad de autodsiciplina, comprensión,
solidaridad, entrega y mejora las relaciones humanas. No solo eso, además
impulsa el desarrollo material que tanto buscamos porque:
“El alma, motor del ser, y el espíritu, son realidades no materiales que impulsan la estructuración de mejores condiciones de vida…”. (4)
En una palabra, hace realidad el amor, que le corazón humano tanto anhela…y eso por eso que podemos decir que…
LO QUE FALTA ES DIOS.
Por: Ana Elena Barroso
(1) https://www.elcato.org/las-buenas-noticias-del-2019
(2) https://verne.elpais.com/verne/2018/01/23/articulo/1516705169_487110.html
(3) https://economipedia.com/definiciones/indice-de-progreso-social.html
(5)
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