En los últimos días ha habido reacciones encontradas y confusión ante la decisión del Papa Francisco de dar nuevas condiciones para poder celebrar la misa de rito tradicional del misal romano de 1962 conocida como “Misa Tradicional”. Esta misa es la que se celebraba antes del Concilio Vaticano en todas las iglesias, era en latín y el sacerdote de espaldas a los fieles no interactuaba con ellos.
Durante su pontificado, Benedicto XVI dió permiso para que las comunidades que lo desearan, la pudieran celebrar en sus parroquias.
Sin prohibir ni revertir su uso autorizado por Benedicto XVI hace 14 años, el Papa Francisco ha establecido algunas medidas para prevenir algo alarmante que se ha venido gestando en los ambientes que frecuentan este Rito latino y que fue confirmado en su consulta a obispos de todo el mundo.
"…por un uso instrumental del Missale Romanum de 1962, cada vez más caracterizado por un creciente rechazo no sólo de la reforma litúrgica, sino del Concilio Vaticano II, con la afirmación infundada e insostenible de que traicionaba la Tradición y la 'verdadera Iglesia'". Dudar del Concilio, explica Francisco, "significa dudar de las intenciones mismas de los Padres, que ejercieron solemnemente su potestad colegial cum Petro et sub Petro en el concilio ecuménico, y, en definitiva, dudar del mismo Espíritu Santo que guía a la Iglesia". (1)
Además el Papa añade la lógica para dar más facultades supervisoras a los obispos, que serán los que habrán de dar pedir permiso para celebrarla y decidirán qué sacerdotes las podrán celebrar y en qué iglesias. La más importante:
"... es cada vez más evidente en las palabras y actitudes de muchas personas que existe una estrecha relación entre la elección de las celebraciones según los libros litúrgicos anteriores al Concilio Vaticano II y el rechazo de la Iglesia y sus instituciones en nombre de lo que juzgan como la 'verdadera Iglesia'. Es un comportamiento que contradice la comunión, alimentando ese impulso hacia la división... contra el que el apóstol Pablo reaccionó con firmeza. Es con el fin de defender la unidad del Cuerpo de Cristo que me veo obligado a revocar la facultad concedida por mis predecesores".(2)
Entendiendo que ha tenido que intervenir para proteger la unidad de la Iglesia, las medidas que estableció quieren asegurar que las comunidades qué gustan el Rito Tradicional "no excluyan la validez y legitimidad de la reforma litúrgica, los dictados del Concilio Vaticano II y el Magisterio de los Sumos Pontífices" (3) y además aseguren la utilidad efectiva del uso del misal tradicional para un crecimiento espiritual.
Por
lo que podemos ver, las medidas tomadas por el Santo Padre son una respuesta
remedial y preventiva a un problema que se estaba cultivando arropado alrededor
del uso del rito Tradicional en ambientes que estaban alimentando un rechazo a todo lo que no fuera “tradicional”
o pre-conciliar como lo es la Misa Tradicional, resguardando así la intención
de Benedicto XVI de que ambos ritos se enriquecieran mutuamente, cosa que ya no estaba sucediendo.
Por Ana Barroso
(2) idem
(3) idem
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