“Era un mandamiento nuevo“...
... era algo que
rebasaba toda doctrina, toda ley. Era algo que estremecía las entrañas y el
corazón, era algo que sobrepasaba todo sentimiento humano para llegar a tocar
lo que a "natural" no correspondía a nuestro sentir, a nuestro
apasionado corazón y razón cuando alguien o algo nos daña... Recordando las
palabras de SAN MARCOS 5,43-48.
Tu Jesús, nuestro Dios hecho hombre, nos
pedías algo que tu sabías ¡cuán difícil
y "cuesta arriba" es para nuestro corazón otorgar el perdón!,
pero...sabías que tus palabras iban a
tener ejemplo y respuesta a esta petición cuando en la cruz dirías : - ¡"
Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen"!... y por eso tus palabras
: - " Han oído ustedes que se
dijo:- "Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. : Yo, en cambio, os digo :-
" Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los
que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que
hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los
justos y los injustos. Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿ qué
recompensa merecen, ¿no hacen lo mismo que
los publicanos?. Y si saludan tan solo a sus hermanos, ¿qué hacen de
extraordinario, ¿ no hacen eso mismo los paganos?. Ustedes, pues, sean
perfectos, como su Padre celestial, es perfecto".
Jesús, te miro presente en el
SAGRARIO y hoy a tus pies traigo un
corazón que se resiste a perdonar. El dolor que le causaron fue tan fuerte, que
alcanzó gravedad de tragedia para los sentimientos y para mi vida... ¡ten
compasión de mí ! ¡ayúdame para que poco a poco la paz vaya entrando en mi
corazón y pueda, con tu apoyo, otorgar
ese perdón que tu pides.
Pero tal vez mi corazón no tenga heridas
tan profundas sino que esté lleno de rencillas, de palabras mal interpretadas,
de antipatías gratuitas, de que no se
por qué.... "pero no me cae bien", no soporto a "esa"
persona, guardo pequeños rencores sin una causa real...de una palabra, de una
mirada, de algo que no me gustó y me cayó mal... de una rivalidad... de una
envidia... ya no nos hablamos...que ella o él de "su brazo a
torcer", ¡yo no !.
Jesús, manso y humilde de corazón, dime ¿qué
dices de este corazón que aún no ha aprendido a perdonar y no solo eso sino que
no sabe orar y rogar para que, olvidando tanta pequeñez y tontería, sea generoso y pida por ella o
por él ?.
Quiero paz, Señor, esa paz tan hermosa
que tu sabes dar al corazón, al alma que se libera de la esclavitud de todos
esos mezquinos sentimiento, porque ya empezó a amar como tu nos amas olvidando
y perdonando todas nuestras faltas.
Quiero ser grande, volar muy alto, que
por amor a ti no me importen tanto las cosas pequeñas de este mundo...
parecerme a ti, que sabes amar dando todo por nada…
¡ ayúdame, Señor !.
Por: MARÍA ESTHER DE ARIÑO.
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